Son muchas las dudas que vuelan sobre las cabezas de los ciudadanos de España. Que si el desempleo, la Sanidad, la Dependencia, el futuro que les espera a nuestros hijos, el qué será de España en un futuro cada vez más lejano porque nunca se ve cerca. Aun así, la duda existencial por excelencia es ¿Por qué no habla Mariano Rajoy cuando tiene que hablar? ¿Es que no tiene nada que decir? ¿Se le ha comido la lengua el gato? ¿O es que tiene bien aprendido que en boca cerrada no entran moscas?.
Se explica que está trabajando duro para que España vaya por el "buen camino". Se expone que allá donde va siempre da la cara por los suyos y que continuamente tiene algo que decir sobre cualquier tema importante relacionado con el país que, cuentan, gobierna con esmero. Aunque viendo los últimos acontecimientos recientes y no recientes, hasta un avestruz escondiendo la cabeza bajo tierra es más clara y da más información que el propio Presidente del Gobierno respeto a todo lo que ocurre en la actualidad.
Ha llovido mucho desde que siendo vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy hablara sobre los "hilitos de plastilina" en relación al tema del Prestige. Ahí tomó nota y aprendió bastante bien de su por aquel entonces jefe, Jose María Aznar, qué tenía que hacer cuando surgía un problema gordo, simplemente callar y desaparecer.
Ni siquiera ha tenido tiempo para poder explicar lo ocurrido con el caso Bankia ni el porque ha tardado tanto en dar de baja del partido, que no lo ha hecho, a Rodrigo Rato pero sí en darse prisa en hacerlo a otros alcaldes corruptos del Partido Popular. Para hablar sobre el caso Púnica, no precisamente en un acto exclusivo al respecto, la comparecencia de Rajoy se podría resumir en: "Unas pocas cosas (como estas) no son 46 millones de españoles ni el conjunto de España". Quedándose como Dios y orgulloso de que esa frase pudiera acabar siendo titular de portadas y entradas de informativos de algunos medios de comunicación.
Dificil es no mencionar de lo ocurrido estos días y durante meses y meses con el caso de la consulta, referéndum o sepa Dios como llamarlo, del 9 de noviembre en Catalunya. Según se comenta, Rajoy ha estado todo el domingo en La Moncloa pendiente de lo que ha ocurrido en esa jornada. Ahí debe seguir, escondido, ya que ni siquiera se ha dignado a sacar la mano o tirar un avión de papel por la ventana para decir algo al respecto. Ni por holograma. Aunque parece que, ¡oh milagro!, hará una comparecencia este miércoles para comentar lo que piensa respecto a este asunto. Aunque poca falta hace ya cuando sus subordinados populares se han encargado de dar sus opiniones personales y de partido.
Visto lo visto, Mariano Rajoy solo tiene ojitos para la selección nacional de fútbol y de baloncesto. Cuando ve o intuye que se presenta o hay un problema gordo, Rajoy sale "pies para que os quiero" y se planta en el palco de cualquier estadio de fútbol extranjero para ver jugar a La Roja y olvidarse de la que hay liada y la que ha liado en España. Es tan solidario que prefiere que el marrón se lo coman otros.