Los moules-frites (literalmente ‘mejillones-[patatas] fritas’) o moules et frites (‘mejillones y [patatas] fritas’) son un plato muy popular en Bélgica y el norte de Francia, si bien en la actualidad se consume en la totalidad de ambos países.
Es un plato sencillo, compuesto por mejillones cocidos al vapor con una guarnición de patatas fritas. Se acompañan tradicionalmente con cerveza. Aunque es un plato “sencillo” en origen, las variaciones pueden llegar a ser muy sofisticadas.
Pero, ¿con qué vinos podemos acompañarlos? Si estamos empezando el mes de julio (todavía nos falta llegar a él), justo cuando despierta la temporada mejillonera, iremos pensando con qué vino maridamos la compañía.
Solemos decir que “a tal señor, tal honor”, (el origen de la locura de Don Quijote – CVC. Refranero Multilingüe. Ficha: A tal señor, tal honor. (cervantes.es) – ).
Lo que nos hace falta aquí, es un vino sencillo, con aguja, para que revele el dulzor de los sencillos mejillones.
Las raciones de mejillones se sirven típicamente en los restaurantes belgas y suelen pesar un kilo y medio por persona (con valvas), sirviéndose cada comensal directamente desde el recipiente de cocción, acompañándose de un plato de patatas fritas. Suele ser el plato típico que se sirve en la Feria anual de antigüedades y objetos de segunda mano de Lille, la llamada Braderie de Lille y en las brasseries parisinas.Un plato de origen belga que conquistó los paladares del norte de Francia y cuyo principal atractivo es la sencillez, fácil y sin ostentación alguna, no requiere cuchillo y tenedor, que no debe confundirse con el llamado cornet de frites con mayonesa que se va comiendo al paso, deambulando, el primer fast food flamenco de la historia.
Desde el punto de vista de la técnica culinaria, la receta es enormemente sencilla, las patatas se fríen a la marinera, con un poco de mantequilla en el fondo de una cacerola, las cebollas cortadas a rodajas, a las que se le añade algunas ramitas de apio, un poco de vino blanco por encima, se rehoga unos minutos y ¡listo!. En Lille, se suele servir un kilo de mejillones por persona, y en Bruselas un kilo y medio.
Con qué vinos blancos acompañar los moules-frites
Se evitarán los vinos tintos dado que sus taninos podrían crear cierto amargor al conjunto. Descartamos también los vinos blancos complejos que pueden ocultar las virtudes del plato.
Un vino blanco sencillo con aguja que revele el dulzor de los mejillones es el más indicado.
Si estuviéramos en Bélgica o en Francia un crémant de la Alsacia o del Loira (Petit Clocher, de Cléré-sur-Layon, son los destinados a ser elegidos. Muy aromáticos (pan tostado, almendra fresca, pera y jazmín), con aguja y mineralidad en boca que casan muy, pero que muy bien con la vertiente yodada de los mejillones. Los pétillants naturels también tienen aquí su hueco. La bodega (Domaine) de Bellevue, en el país nantés, Jérôme Bretaudeau con su cuvée Billes de Quartz, elabora un brut nature con un tono tirando a rosado, potente, pleno de bouquet a fruta roja, que le da la réplica a los mejillones con mucho brío.
En casa, un cava Grimau semi seco, seguramente os encante
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Es un vino espumoso de color amarillo paja, brillante con muchas y variados destellos e irisaciones verdosas, es un amarillo brillante mientras observamos un continuo baile ascendente de burbujas finas. En nariz podemos descubrir una gran variedad de aromas elementales (frutas verdes del bosque) y esencias propias de la fermentación.
En boca, este cava se expresa fino y cristalino con toques de manzana, fruta tropical, piña y kiwi.
¿Qué tal acompañar los moules-frites con una sidra ?
En Francia una bretona, claro está, la sidrería Cozmezou produce una sidra brut, ligeramente amarga, de una frescura impecable y sin ninguna floritura. Si se quiere más originalidad, la cuvée Amzer Zo, que significa “hace tiempo” en bretón de la sidrería de l’Apothicaire, cuyos maestros sidreros cultivan la manzana y elaboran la sidra en el terroir de Clohars en el Finisterre sur en donde Matthieu Huet produce sidras prácticamente naturales con efluvios ahumados, una boca plena de manzana y frutosa en un perfecto equilibrio dulce-amargo.
¿Y acompañar los moules-frites con una cerveza?
Otra propuesta válida es una cerveza rubia, por ejemplo una Kronenbourg 1664, puro equilibrio, con su bouquet a melocotón y a pera, redonda en boca, discretamente amarga, que resulta envolvente para la vertiente yodada de los mejillones, mientras que su efervescencia y su frescor contrarrestan la grasitud de las patatas fritas. Pero si prefieres una cerveza trapense, la cerveza belga d’Orval, es de suma calidad y una placentera y hermosa frescura, sutil y con un bouquet complejo a notas herbáceas, flores blancas y cítricos, que en boca resulta fresca y ligera permitiendo revelar la grasitud de las patatas fritas.
Domaine du Petit Clocher: www . domainedupetitclocher . fr
Bière Kronenbourg: www . brasseries – kronenbourg . com
Bière Orval: www . orval . be
Cava Grimau: Cava Grimau – Vinos y Cavas de calidad
La Fotografía
MUSICANDO
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