Que quede claro de una bendita vez: Vanity Fair es la biblia. Una chica no es nada si no está al día de la última dieta suicida de Rachel Zoe, o desconoce que Prada (¿quién si no?) ha sacado un bolsito baguette monísimo de croché y strass (VPV o sea, prohibitivo).
Pues eso, esta chica entrada en años y en carnes, aterrizó el 12 de junio en Madrid, con sus Ray-Ban graduadas, el Vanity debajo del brazo y algo achispada de cervezas, en homenaje conjunto a Vaquerizo y su aerófoba esposa.
Con estas armas de mujer me sentía insuflada de cierto cosmopolitismo, que, inocente, iba a durarme lo que tardé en llegar a Usera y pedirme una caña fresquita y una de zarajos. Con dos cojones. Mis anfitriones son dos amigos, con mucho glamour y mu auténticos, como puede verse. El bar en cuestión es La peña soriana, un nombre cuya sola mención ya adentra en extraños paraísos de extrarradio. Amo estos baretos donde da igual escupir en el suelo que pedirte una de chopitos con salsa de bravas. Su slogan podría ser el de los Harrods, 'si existe podemos vendértelo'. Con la familiaridad que da el ambiente de tu adolescencia, el camarero (27 años detrás de la barra) nos toma la comanda (dos cañas y una pepsi light), pedida directamente por cada uno de nosotros mirándole a los ojos. ¿Ya lo adivinan? La Pepsi me tocó a mí, aunque creí expresarme con claridad cuando dije 'una Mahou de barril'. Primera indirecta pillada, me corté de seguir con los zarajos y me pasé a los boquerones en vinagre, a ver si pierdo peso ;))).
Pasado el primer trámite, nos dirigimos a la Feria del Libro, donde unos amigos habían estado comprando. Ya era tarde, así que quedamos en una terracita de Ibiza para proseguir el con ritual caña-tapa. '¿Y quién estaba firmando?' pregunto. 'El puto Jodorovski', me contestan sin anestesia. Desconozco que la crítica es autorizada al provenir de la diseñadora de la revista Psicología Práctica, así que contraataco defendiendo al inventor de la Psicomagia. 'Pero si este tío es un fumao, además de misógino y viejoverde !!! '. Yo intento explicarle que la Vía del Tarot es un estudio muy erudito acerca de las simbologías de... “¡¡¡Pero que es un impresentable!!! Los redactores se ponen a transcribir las entrevistas con los cascos y de repente se les oye exclamar ¿Pero qué dice este loco? Todos nos miramos y sabemos que se trata de Jordorowski”.
En fin, ante tan apabullante prueba del nueve, no me voy a poner yo más chula que un ocho.
Y ahora, un poco de mercado municipal (no comerse las cerezas, son para vender, gracias), un vermut en un antro lleno a partes iguales de burgueses quieroynopuedo y gitanas enjoyadas y a prepararme para afrontar la segunda jornada de mis laaargas vacaciones. Lástima que el Vanity salga una vez al mes, porque necesito otra dosis si no quiero acabar comprando cinco bragas por dos euros en el mercadillo del jueves.