Esta semana volvía a aprobarse en Holanda la venta de marihuana a los turistas extranjeros en los “coffeeshop”, negocio que se había prohibido hace seis meses.
Unos días antes, coincidiendo con las elecciones presidenciales estadounidenses, el voto popular aprobó legalizar el consumo recreativo de la yerba en Colorado y Washington, Estados que suman 13 millones de habitantes.
Lo que facilitará el contagio a los demás y la legalización de los cultivos en ambos territorios, que unidos suponen casi la superficie de España.
Pero, tras esta legalización, cómo se va a impedir el consumo del hachís, que es la resina de la flor del cannabis, siendo la planta, en especial las hojas, la marihuana.
Mientras, las autoridades antinarcóticos, a través de la DEA, siguen exigiéndole a los países productores que persigan a sus narcotraficantes, no sólo de heroína y cocaína, sino también de la yerba.
La autorización de la “maría” lleva a recordar la abolición la “Ley Seca” estadounidense, que prohibió fabricar y vender bebidas alcohólicas entre 1920 y 1933.
Derogación debida más al “crack” económico de 1929 que al puritanismo, porque el Gobierno Federal necesitaba obtener nuevos ingresos a través de impuestos: como ahora los Estados norteamericanos con lsu crisis fiscal, y Holanda, que había perdido mucho turismo con la prohibición.
Los trece años de interdicción del alcohol en EE.UU. impulsaron el crecimiento de la Mafia, que se apoderó de distintos estamentos sociales, políticos y sindicales.
Igual que en los países productores de drogas actuales, donde sus mafias provocan convulsiones, corrupción y solo en México, 60.000 muertes en el último sexenio: unas seis veves más que en Colombia.
EE.UU. y el resto del mundo desarrollado difícilmente podrán exigirle a los países productores que persigan a sus campesinos pobres, que cultivan cannabis, planta de coca o amapola para la heroína, si más adelante seguramente legalizarán las drogas derivadas.
--------
SALAS