Marilyn Monroe, el mito triste o la lágrima tras la sonrisa

Publicado el 16 agosto 2013 por Iris Bernot @irisbernot
      Marilyn Monroe fue un mito del erotismo y del glamour de su época y ha pasado a la posteridad como una de las personas más influyentes de todos los tiempos, pero Marilyn, ( Norma Jean Baker, 1 de Junio de 1926), no era la persona feliz y despreocupada que parecía ser. Reina de la sensualidad y de la superficialidad más exacerbada, Marilyn sufría una constante infelicidad que al final la llevó a ser la muñeca rota de la que nadie quiso responder y que precipitó uno de los finales más trágicos y desesperados de Hollywood.       Sin un padre que la protegiera y con una madre despreocupada y con signos de tener algún desarreglo mental, Marilyn tuvo que vagar de casa de acogida en casa de acogida y de unos padres adoptivos a otros hasta que a los dieciséis años se casó con un joven policía de su pueblo para escapar de tantas idas y venidas y lograr la estabilidad familiar y personal que tanto ansiaba. Pero su marido policía era celoso y posesivo y no soportaba que su mujer fuera constantemente requerida para sesiones de fotos y pequeños papeles en películas de bajo presupuesto, lo cual acabó con su matrimonio. Marilyn se casó dos veces más, no obstante, en su continua búsqueda de calor y protección, una con Joe DiMaggio y otra con Arthur Miller. DiMaggio era un jugador de béisbol fuerte y temperamental que ella  veía como a una figura de protección y al que ella quería con locura, pero también era posesivo e irascible y no la dejaba avanzar en su carrera cinematográfica, razón por la que al final su matrimonio hizo aguas, aunque hay que decir que en los peores momentos de su vida, que fueron los dos años anteriores a su muerte, Marilyn recurrió a él para que la sacara de un hospital psiquiátrico en el que estaba ingresada y la metiera en otro menos agresivo, y además fue el único de entre todos sus maridos y amantes que fue a su funeral y el único que confesó públicamente estar apenado por su trágico final. Arthur Miller fue el tercer marido de Marilyn y por el que ella sustituyó a DiMaggio. Se casó con él porque era un escritor y dramaturgo muy importante y exitoso y porque ella admiraba profundamente a las personas intelectuales y reflexivas como él. Miller, bastante más mayor que ella, la trató siempre como a una analfabeta y una superficial estúpida, y le faltó al respeto en bastantes ocasiones además de tratarla de una manera humillante y de ignorarla por considerarla muy por debajo a él en el plano intelectual ( En "vidas rebeldes", el guión estaba hecho por Miller, y en él, Marilyn tenía que decir cosas que eran habituales en ella en su vida diaria de una manera ridícula y humillante).      Sin embargo, y a pesar de muchas opiniones contrarias, Marilyn no era estúpida ni banal. Era una persona con inquietudes artísticas e intelectuales que siempre buscaba despuntar en su trabajo con papeles serios y profundos pero que no podía hacer lo que quería porque la imagen de superficialidad que ella mima había creado para triunfar era tan rentable para la industria del cine que no podía hacer otra cosa que posar y sonreír. Intentó hacer sus propias películas con su propia productora, pero el mundo no se la tomó en serio. Ella era la rubia feliz, la guapa hedonista que vivía para el coqueteo y lo poco profundo. Ella era una imagen, una marca, pero tras la marca había alguien frágil, inteligente ( se descubrió mucho después de su muerte que tenía un coeficiente intelectual muy elevado) y necesitado de cariño que buscaba un calor que jamás encontró. Lo buscó en cada amante, en cada amigo, en cada amiga, en cada marido, en cada representante, pero nadie supo o quiso ver la persona que era en realidad. Los últimos años de su vida fueron un infierno. Inflada de pastillas y de alcohol, llegaba tarde a los rodajes y  era incapaz de aprenderse los guiones. En los rodajes se hablaba de lo drogaba que iba siempre y de lo enferma y cansada que parecía y de que era un actriz voluble, inestable y caprichosa con muy poco que decir,  pero dejó frases para la posteridad que denotan lo poco estúpida y banal que en realidad era.       Marilyn fue una víctima de sí misma y de la industria. Fue el producto más rentable de su tiempo y al que menos se cuidó y respetó. Quizás ahora habría sido de otra forma, quizás habría fundado su productora y habría hecho películas dignas de Óscars, quien sabe... O quizás no... Sea como sea, hasta siempre, Marilyn, y que allí donde estés seas feliz...