Una de mis aficiones, de las que hasta hoy no había hablado en el blog, es el arte, en especial el arte contemporáneo. Soy de los que ha pasado tardes enteras en museos de arte moderno leyéndose todas las explicaciones, dando vueltas alrededor de una escultura o de una instalación que me ha llamado la atención. Me gusta que alguien trate de sorprenderme, o que alguna obra me diga algo. Como todo el mundo a veces tengo la sensación que me están tomando el pelo, pero supongo que forma parte del juego. Mi afición se afianzó durante mi etapa postdoctoral. Estuve viviendo tres años en Basilea, que para un aficionado al arte es como para un fumeta irse de postdoc a Jamaica. Es la ciudad del mundo con más museos por habitante, donde se concentran 4 ó 5 museos de arte de una calidad excepcional. En Valencia gracias al IVAM y a otros centros la oferta de arte contemporáneo es bastante interesante y puedo seguir con mi afición. Muchas veces la obra en sí no es tan interesante como el entorno y las circunstancias en las que se ha creado y como en todo, hay historias fascinantes. Recientemente he leído el libro, "¿Qué estás mirando?" de Will Gompertz, antiguo director de la Tate de Londres, que sirve de introducción al arte de siglo XX. Recomiendo la lectura porque hace más comprensible algunas cosas aparentemente ininteligibles. Rescato una historia del libro, que se menciona en el libro, y que he completado en este post. A veces (muy pocas) los grandes museos asumen riesgos y hacen exposiciones de artistas no tan conocidos o complicados de exponer. Algo así hizo el MOMA de Nueva York en el 2010 cuando programó una gran retrospectiva de Marina Abramovic. Marina Abramovic es un personaje en ella misma. Nacida en Belgrado en 1946, su abuelo es Santo según la Iglesia Ortodoxa y su cuerpo se conserva embalsamado en la Iglesia de Santa Sava, en Belgrado. Sus padres fueron partisanos durante la Segunda Guerra Mundial. Su padre tiene consideración de héroe nacional y su madre fue directora del museo de arte de Belgrado. La artista estudio Bellas Artes en Belgrado aunque en la década de los 70 se mudó a Ámsterdam, donde se dedicó a las performances o acciones artísticas, obras de arte donde la obra en sí es el mismo artista que organiza una acción. Sus acciones eran muy radicales, a veces implicaban autolesionarse. Por ejemplo,
En una de estas performances conoció al artista alemán Ulay (Uwe Laysiepen), con el que tuvo un flechazo casi instantáneo. A partir de ese momento crearon un colectivo llamado "The Other" que se dedicaba al arte en el sentido más radical. Viviendo prácticamente como indigentes en una furgoneta fueron capaces de crear obras de lo más desasosegante, como "La Muerte Misma" en la que unían sus bocas y respiraban el aire del otro hasta que se desmayaban, "imponderabilia" en la que obligaban a pasar a los espectadores por un estrecho pasillo que formaban sus cuerpos desnudos, o "Rest Energy", que presentaron en la bienal de Venecia, que consistía en sostener entre ambos un arco y una flecha tensados, y orientado hacia Marina, de forma que cualquier titubeo hubiera supuesto clavarle una flecha en el pecho mientras unos micrófonos amplificaban el sonido de sus corazones. Algunas performances dejaron secuelas, como cuando Ulay tuvo que ser ingresado después de 17 días sin comer. No obstante al final la relación decayó y que mejor forma que separarse que con una acción artística para la ocasión. La obra fue titulada "Los Amantes" (aunque también la he visto referida como "The Great Wall Walk") en la que cada uno empezó a caminar desde uno de los extremos de la Gran Muralla hasta que se encontraron, se abrazaron y siguió cada uno la vida por su camino. La carrera de Marina acabó en consagración, la de Ulay, no tanto y actualmente es profesor de arte.
Volvemos a Nueva York. Cuando el MOMA realiza la exposición, Marina Abramovic era conocida, pero ¿organizar una exposición de alguien que no ha producido obras físicas? Obviamente no podían poner a Marina a repetir todas su obras. La idea fue que diferentes actores realizaran las perfomances más significativas de sus carrera mientras se exponían fotografías o vídeos relacionados. Pero claro, si Marina había decidido que su vida sería la obra de arte, en una exposición sobre su obra, ella debía estar presente. Gran punto de partida para diseñar una nueva acción. Finalmente se llamó "The artist is present". Durante las 11 semanas que estuvo la exposición abierta ella se sentó siete horas y media seguidas en una mesa. Imperturbable, sin hablar, moverse o levantarse. La gente podía sentarse frente a ella y mirarla. Estaba prohibido cualquier otro tipo de interacción. ¿Cómo reaccionó el público? Con entusiasmo. La gente hizo colas de horas para sentarse unos minutos en silencio delante de Marina. La exposición recibió aproximadamente 850.000 visitas, una de las más visitadas de la historia del MOMA. Por cierto, que uno de los que hizo cola fue Ulay, con el que no se había encontrado desde la separación 22 años antes. El momento queda recogido en este vídeo. Con historias como esta ¿quién no se apasiona por el arte contemporáneo?