Mario Crespo: La 4ª (1):

Publicado el 28 abril 2014 por David David González
Da gusto empezar la semana con el novelista, y amigo, Mario Crespo y su última novela: La 4ª. He de decir que recibí este libro el pasado viernes, a eso de las once de la mañana, y me sucedió lo que a uno de los narradores de esta historia, y cito: Nada más leer el primer párrafo se despertó en mí un ansia voraz por seguir leyendo... En efecto, eso me sucedió. Así que no solté el libro hasta que lo terminé de leer, a eso de la medianoche. Lo disfruté realmente. Mario Crespo es, sin duda, un narrador de primer orden y en esta obra lo demuestra claramente. No resulta fácil hacer que tu personaje principal pase de los pasos de Semana Santa de una ciudad de provincias al submundo de las drogas en una capital y de ahí a EEUU y a la fundación de una iglesia y a un final, en mi opinion, redondo. El lenguaje es cercano, familiar, sobrio, eficaz, el instrumento perfecto para narrarnos una historia de ficción que a todos los lectores, y más en estos tiempos, les resultará familiar, real, de plena actualidad. En resumen: Mario Crespo se consolida como uno de los novelistas más sólidos del panorama narrativo español. Uno de los que más futuro tienen. Y para que lo compruebes por ti mismo, te dejo, en este primer post, con los dos párrafos de apertura de esta obra: La 4ª:

   Lo que más me dolió fue que mi padre no quisiese escucharme cuando le advertí que desfilar en aquella procesión resultaría peligroso. Como de costumbre, cerró el debate de manera unilateral, con una sonrisa altiva y su clásica frase: "tú vives en otro mundo".   Por entonces yo ya era capaz de predecir sucesos futuros. Sin embargo, aquel Domingo de Ramos no tuve presentimiento alguno; fue el sentido común lo que me hizo entender que un peligro sordo se cernía sobre el desfile, o más bien sobre las consecuencias de participar en él: procesionar con trece años por las calles de una capital de provincias perdida en el mapa, junto a tu padre, en una procesión similar a una romería en la que los niños, generalmente menores de diez años, acompañan a Jesús con palmas y ramas de olivo, me convertiría en el hazmerreír de la clase si mis compañeros me veían. Especialmente un grupo concreto de ellos. Era nuevo en el colegio y tenía dificultades para integrarme en una sociedad donde los apellidos funcionaban como títulos nobiliarios y yo era un simple plebeyo. Por si esto fuera poco, mi actitud defensiva me había conducido a granjearme la enemistad de los matones de mi clase, que llevaban meses intentando cazarme.
Mario Crespo. La 4ª. Ediciones Lupercalia, abril 2014. De la ilustración de cubierta: José Mesa.