Mario el curioso: asimilar ideas, coactar pensamientos.

Por Jaime
Ya sé que llevo unos cuantos días sin escribir, pero también es verdad que llevo unos cuantos días dándole vuelatas a cómo escribir esto. Así que, ¡allá voy!
Mario nacio un tres de marzo hace hoy veintitres años. Era el primer hijo de una pareja de Valladolid que siempre había soñado con ese momento. A partir de entonces, Mario vivió en un mundo de protección en el que sus padres le contaban cuentos que siempre acababan en con una bonita moraleja. Cuando cumplió los seis años, a Mario le regalaron un libro de refranes y ya en el instituto comenzó a estudiar las grandes ideas de científicos como Newton o Arquímedes. Pasó por el instituo sin pena ni gloria pero se enamoró de las ideas de Sócrates, Platón, Kant y Ortega. Aprobó la selectividad con nota y entro en la carrera que quría. Todo iba a pedir de boca pero un día hablando con una profesora descubrió que el mundo llegaba más allá de las moralejas de cuentos y refranes o de las brillantes mentes de sus filósofos favoritos y entonces, y solo entonces, cayó en la cuenta de lo que necesitaba para triunfar en la vida...
Tal vez esta no sea la mejor forma de transmitir esta idea que realmente surgió en una conversación con una profesora sobre cómo documentarse y buscar información. Lo que le pasó a Mario en el colegio es lo que nos pasa al 80% de los estudiantes de este país: estamos acostumbrados a asimilar como buenas las ideas de otros sin cuestionarlas y no se nos incentiva lo suficiente para aprender a buscar y a crear un criterio propio. En las últimas semanas se ha debatido sobre un hipotético cambio de modelo educativo, sobre un pacto que seguramente nunca se producirá, pero siempre queda fuera de la mesa un aspecto tan importante como este, apoyar la curiosidad.