Un tibio beso y un enjambre de bellas y efímeras mariposas cosquillean en la boca del estómago.No ocurre en cualquier ocasión, ni con cualquier beso.Claro que no; sólo con el beso del ser elegido.El ser amado es indispensable en la ecuación irracional de los besos que dados con pasión y deseo o con timidez paralizante multiplican, exponencialmente, inmensas mariposas que revolotean con fuerza que escapa a las leyes de la física.
¿Qué sería del poeta sin el amor y qué sería del enamorado sin las irreprimibles mariposas en el estómago?osquillas, candor, cariño, rubor.Mirarse cara a cara y dejarse caer en el abismo de los ojos del otro, sin cuerdas, sin arnés y sin red de protección.Un beso, un instante y miles de mariposas que convertirán en sublime ese momento en el que los labios se unen en apasionado encuentro.
Se han compuesto sonetos, rimas, coplas y poemas para cantarle al amor.En todos y cada uno de ellos se encuentran implícitos los besos apasionados con mariposas incansables que borbotean, vuelan en zig-zags indescriptibles y realizan piruetas alocadas.
¿Qué sería del amor sin la poesía y de la pasión sin las mariposas que revolotean con fuerza en nuestros estómagos al ver llegar al ser amado? ¡Qué entusiasmo más sublime envuelve al enamorado que siente ese imparable cosquilleo al ver acercarse al sujeto de su deseo!El pulso se acelera.Las pupilas se dilatan.Su perfume nos invade y miles, millones de mariposas multicolores e iridiscentes comienzan un aleteo frenético.Divina sensación que buscamos multiplicar al infinito.
Mariposas que al grito de guerra ponen magia y vértigoal amor- para que no se marchite; para que no muera – como si no alcanzara con los condimentos que en sí mismo encierra.Mariposas violetas, azules, naranjas…Pequeñas y grandes. Mariposas multicolores y opacas que nos hacen sentir vivos, especiales, únicos, felices.
Mariposas naranjas, blancas, rojas y azules no me abandonen jamás porque sé que el día que no sacudan con vigor electrizante sus alas en mi estómago el amor habrá abandonado mi orilla para irse a navegar por otros ríos, guiado por mariposas bellas y efímeras como los besos.©Silvina L. Fernández Di Lisio
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