Aunque bajo la mirada vigilante de la estatua de Lenin declara que la política le aburre, al morir Stalin, Superman le sucede en el poder, es proclamado líder único de la Unión Soviética. Preside el desfile en la Plaza Roja de Moscú donde se muestra la imagen de un imperio indestructible, sin embargo Superman no se considera un soldado, ni un arma militar, solo quiere impartir justicia y ayudar a la gente, incluso a los que se consideran sus enemigos, como corresponde al noble corazón de un superhéroe recto, amable y generoso. Se extiende la revolución global, se calcula que hay seis mil millones de comunistas en un mundo sin tragedias, sin disidencia, ordenado y seguro. ¿Qué esconde la propaganda roja? En Estados Unidos están desconcertados, sumidos en un caos de diván de psicoanalista; para contrarrestar un poder con otro recurren a los servicios del científico más brillante del mundo (según ellos) Lex Luthor, personaje estrella, orgulloso, cruel, seductor y divertido, que salva a la nación de la bancarrota y el declive; no lo hace por la gente, desprecia a la gente, lo hace por su odio a Superman, se convierte en presidente de USA y emplea toda su inteligencia, todo su ingenio, todos sus incansables esfuerzos en destruir a Superman, de supervillano evoluciona a superhéroe por derecho propio. Verso anarquista de toda esta distopía se presenta Batman, subversivo, dirigente de una organización terrorista, obsesionado con derrocar el régimen soviético en venganza a la muerte de sus padres asesinados por el KGB.
El mundo ya no es como nos lo habían contado, el bien y el mal cambian de eje. USA es una célula cancerígena, violenta, gobernada por una mente sin consideración por la vida humana que amenaza el orden global, y la URSS es una utopía que vigila y controla gobernada por una leyenda cada vez más oscura y menos idealista. ¿Cuál es la alternativa, si hay alternativa?