La cantante y actriz Maria Magdalene Dietrich von Losch (1901-1992), conocida popularmente como Marlene Dietrich, fue la personificación perfecta de la ¿femme fatale¿ y una de las estrellas más enigmáticas del Hollywood de los años treinta y cuarenta. Su belleza, carácter, frialdad y voz quebrada sedujeron a la vez a hombres y mujeres, y se convirtieron en la clave de su éxito.
¿Me criaron exclusivamente con nabos y patatas; aunque supongo que el resultado tiene más que ver con los nabos que con las patatas.¿
(www.brainyquote.com/quotes)
Maria Magdalene Dietrich von Losch nació el 27 de diciembre de 1901 ¿fecha a la que ella añadiría tres años al nacionalizarse americana¿ en Schoneberg, cerca de Berlín. Fue la segunda hija de Ludwig Dietrich, oficial de la policía prusiana, y de Josephine. Su padre murió cuando ella era muy joven y su madre se volvió a casar con Edouard von Losch, oficial de caballería. Desde muy pequeña Maria mostró inclinación por la música, la danza y el canto. A pesar de que empezó con el piano, pronto se pasó al violín, instrumento del que deseaba convertirse en concertista.
¿En Berlín nos importa poco si se es hombre o mujer. Hacemos el amor con cualquiera que nos parezca atractivo.¿
(La Revista, octubre de 1997)
Acausa de una lesión en el tendón de la muñeca, tuvo que renunciar a sus estudios musicales. Entonces Marlene ¿apodo artístico que adoptó acortando por el centro su nombre¿ insistió a su madre para que la dejara ser actriz, petición a la que esta acabaría accediendo. Gracias a su formación y a sus dotes musicales, se introdujo en el mundo del espectáculo. Fue en este período cuando empezó a manifestarse la enorme sensualidad de la alemana, que ya mantenía constantes idilios con personas de ambos sexos.
¿A cualquier mujer le gustaría ser fiel, lo difícil es hallar el hombre adecuado para serlo.¿
(www.geocities.com/rechamante/Marlene.html)
En 1923 Marlene se casó con Rudolph Sieber, un ayudante de dirección con el que un año más tarde tendría su única hija, Maria. Esta sería la única boda de la artista a pesar de la infinidad de romances que mantuvo con hombres y mujeres. En los años 20 Dietrich empezó a hacer pequeños papeles en obras teatrales y películas mudas. A pesar de que se esforzó por convencer al público de que su primer film había sido El ángel azul ¿quizás por temor a que si se la relacionaba con el cine mudo perdería su glamour¿, entre 1922 y 1929 intervino en diecisiete películas mudas, un número superior a las trece de la mítica Greta Garbo.
¿Al principio seguí las instrucciones del señor Sternberg. Él era el maestro. Yo era la marioneta feliz... Me poseía totalmente.¿
(Blanco y Negro, mayo de 1991)
El año 1929 fue importante para la actriz. En agosto el director Josef von Sternberg ¿que, procedente de Hollywood, llegó a Berlín para grabar una versión de la obra de Heinrich Mann Profesor Unrat¿ descubrió a la actriz en el teatro donde esta trabajaba. La convirtió en la Lola-lola, de su película El ángel azul (1930). Su éxito supuso para Marlene el pasaporte a Hollywood. Sternberg no solo fue su descubridor sino también su amante. A su lado Marlene se convertiría en uno de los mayores mitos eróticos de la historia del cine.
La aventura americana
¿Me hubiera gustado ser hombre, pero nací hembra, y por eso me dediqué en cuerpo y alma a sacar el mayor provecho de ello.¿
(ABC, mayo 1995)
Sternberg y Dietrich se trasladaron a Hollywood para trabajar con la Paramount. Debutó bajo la dirección de Sternberg con Marruecos (1930), junto a Gary Cooper. El austríaco la dirigió también en Fatalidad (1931), El expreso de Shanghai (1932), La Venus rubia (1932), Capricho Imperial (1934) y El Diablo es una mujer (1935). Este éxito la convirtió en la actriz mejor pagada de su tiempo y una de las más solicitadas. Entre otras películas en la década de los 30 protagonizó Ángel (1937), Arizona (1939) o Siete pecadores (1940) junto a John Wayne, otro de sus amantes.
¿Los alemanes y yo ya no hablamos el mismo idioma.¿
(www.brainyquote.com/quotes)
En 1939 Marlene se nacionalizó americana y no aceptó la invitación de Hitler para regresar al cine alemán. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Marlene declaró su hostilidad al régimen nazi. Desde 1942 actuó para los soldados y, a partir de 1943, cantó su conocida Lili Marlene. Después de la guerra Dietrich vio reconocida su labor al recibir condecoraciones de los gobiernos francés, israelí y americano.
¿Cuando hablo con él, me siento como una planta a la que riegan.¿
(Comentario de Marlene Dietrich sobre Orson Welles)
Durante la década de los 40, la artista trabajó en películas como La llama de Nueva Orleans (1941), Los usurpadores (1942) o Capricho de mujer (1942). Aunque en la década de los 50 el glamour de Marlene ya no impresionaba tanto al público, sus mejores interpretaciones las realizó en este período a las órdenes de directores de la talla de Alfred Hitchcock (Pánico en la escena, 1950); Fritz Lang (Encubridora, 1952); Billy Wilder (Testigo de cargo, 1957), con quién ya había trabajado en Berlín-Occidente en 1949, u Orson Welles (Sed de mal, 1958).
Ultimos años
¿Siempre odié mi leyenda.¿
(Blanco y Negro, mayo 1991)
A principios de los años 60 la actriz abandonó el cine para dedicarse a la canción y al teatro en Broadway y Las Vegas. Solo actuaría en un par de películas más: Encuentro en París (1964) y Gigoló (1979) que coprotagonizaría con David Bowie y Kim Novak. En 1979 la publicación de sus memorias ¿en las que atribuía tendencias homosexuales a medio Hollywood¿ provocó un gran escándalo. Los últimos doce años de su vida los pasó recluida en su casa parisina, prisionera del alcohol y de su propia leyenda. Murió el 6 de mayo de 1992 a la edad de 90 años. Olvidados ya los rencores y de acuerdo con su voluntad, la artista fue enterrada el 16 de mayo junto a su madre en Berlín.
El sexo del ángel
Marlene Dietrich no simbolizaba el glamour, Marlene Dietrich fue quien lo inventó. Sedujo con su elegancia, frialdad, largas piernas, impenetrable rostro y, sobre todo, con su inigualable y quebrada voz, por lo que se convirtió en uno de los mitos más enigmáticos y sugerentes de la historia de Hollywood. Un mito que, diez años después de su desaparición, lejos de desvanecerse pervive con toda su fuerza. Quizás debido a que nació mucho antes de la muerte de la artista. Ese fue el mayor mérito de Dietrich, pero también el alto precio que tuvo que pagar.
Poco debía imaginarse Maria Magdalene Dietrich que el nombre de Marlene, que formó cuando aún era una adolescente acortando su nombre por el centro, se convertiría con el paso del tiempo en la llave que le abriría las puertas del éxito. Tampoco debía pensar que la fama le llegaría a raíz de aceptar en 1929 la prueba para un papel que le había ofrecido un espectador en el teatro donde trabajaba, y sin embargo así fue. El espectador era Josef von Sternberg y la vida de Dietrich daba un giro de 180 grados.
Cuando este director austríaco la escogió para interpretar a la Lola-lola de su Ángel azul, sin saberlo construía los primeros peldaños de la escalera hacia el estrellato de la actriz. A partir de ese momento Sternberg se convirtió en su descubridor y eterno enamorado. Con él Marlene empezó una nueva carrera en América. La hizo adelgazar quince kilos y le cambió el maquillaje para acentuar la palidez de su piel. Así la convirtió en un mito erótico y en el prototipo de mujer fatal que la Paramount estaba buscando para plantar cara a otra femme fatale que arrasaba en la taquilla, Greta Garbo.
Aunque pronto no fueron necesarias las comparaciones. La Dietrich se convirtió en una estrella que brillaba con luz propia en el firmamento de la Meca del cine.
En Hollywood la actriz alemana pronto destacó por su promiscuidad sexual y sus constantes idilios con personas de ambos sexos, un comportamiento que, si bien era tolerado y respetado en el liberal Berlín, sorprendía en los conservadores ambientes americanos. Consciente del interés que su actitud despertaba, Marlene no solo no varió sus hábitos sexuales (su interminable lista de amantes incluye nombres como los de Cary Grant, Jean Cocteau, Mercedes de Acosta u Orson Welles) sino que potenció también su ambigüedad (se hizo popular referirse a ella como el hombre mejor vestido de Hollywood). Los pantalones pasaron a formar parte de su indumentaria habitual, para desconsuelo de los que admiraban sus espléndidas piernas. Esta vestimenta, sumada al escándalo que con frecuencia despertaron sus equívocos papeles en el cine, reforzó su apariencia andrógina, aspecto que se convertiría en uno de los elementos más característicos de su imagen pública. La misma Marlene opinaba que la mejor descripción de su aspecto la había hecho el crítico y director teatral británico Kenneth Tynan al afirmar: ¿Ella tiene sexo, aunque no un género en particular¿.
Sin embargo Marlene fue ¿y es¿ mucho más que un mito erótico. Su esbelta figura es también considerada un emblema de la lucha antifascista ¿gracias a su incansable cooperación con el ejército aliado¿ y de la liberación sexual; pero, sobre todo, es un símbolo de su propio mito. Un personaje que la actriz interpretó con coherencia durante noventa años y que se vislumbra en cada uno de los caracteres a los que dio vida a lo largo de su carrera. Una trayectoria que la llevó a rodar más de cuarenta títulos ¿sin contar el gran número de películas mudas en las que participó en Alemania¿, algunos tan inolvidables como el Ángel azul, Marruecos o la genial Testigo de cargo.
La popularidad de Marlene Dietrich no conoció fronteras, sus conciertos ¿a los que se dedicó enteramente a partir de los años 60¿ eran seguidos por multitudes entusiastas y sus películas fueron reconocidas por toda la crítica internacional. Había nacido el mito; sin embargo, el personaje acabó por devorar a su propia creadora. Dietrich, consciente de la poca resistencia que ofrecen las leyendas al paso del tiempo, se retiró de la vida pública, buscando refugio en su casa de París. Fue un encierro voluntario; no quería que la realidad acabara por destrozar su leyenda. En 1992 María Magdalene murió en París, pero Marlene sigue viva.