Bien lo dijo Nicanor Parra: Voy & vuelvo. En este momento está volviendo a nuestros pensamientos, haciéndonos volver a sus textos para homenajearlo como él lo merece. Cuando alguien vuelve, es para quedarse.
Qué es un antipoeta:
Un comerciante en urnas y ataúdes?
Un sacerdote que no cree en nada?
Un general que duda de sí mismo?
Un vagabundo que se ríe de todo
Hasta de la vejez y de la muerte?
Un interlocutor de mal carácter?
Un bailarín al borde del abismo?
Un narciso que ama a todo el mundo?
Un bromista sangriento
Deliberadamente miserable
Un poeta que duerme en una silla?
Un alquimista de los tiempos modernos?
Un revolucionario de bolsillo?
Un pequeño burgués?
Un charlatán?
un dios?
un inocente?
Un aldeano de Santiago de Chile?
Subraye la frase que considere correcta.
Qué es la antipoesía:
Un temporal en una taza de té?
Una mancha de nieve en una roca?
Un azafate lleno de excrementos humanos
Como lo cree el padre Salvatierra?
Un espejo que dice la verdad?
Un bofetón al rostro
Del Presidente de la Sociedad de Escritores?
(Dios lo tenga en su santo reino)
Una advertencia a los poetas jóvenes?
Un ataúd a chorro?
Un ataúd a fuerza centrífuga?
Un ataúd a gas de parafina?
Una capilla ardiente sin difunto?
Marque con una cruz
La definición que considere correcta.
Este poema presenta dos cuestiones: ¿Qué es el antipoeta? y ¿Qué es la antipoesía? Interrogantes en donde debemos marcar con una equis la frase que consideremos correcta. Pero Nicanor Parra no nos hace preguntas, nos da respuestas en medio de este desafío en donde hay varias alternativas; unas verdaderas y otras incorrectas para los poetas que aún ven el cisne brillando bajo un péndulo azul o ¿Un alquimista de los tiempos modernos?
Paradojas, contradicciones en versos, oposición de imágenes como estrategias irónicas que nos hacen reaccionar como lectores. Más de uno al leer la poesía de Parra baja echando sangre por boca y narices. Uno de los valores de la (anti)poesía es ese ímpetu marcado en la originalidad de sus versos, alzándose contra lo establecido, creando un nuevo mundo de la poesía sin retórica poética, mostrando lo cotidiano como lo precioso.
La poesía de Parra denuncia el absurdo, las incongruencias, las contradicciones e incluso las injusticias políticas. Sin embargo, no ofrece una solución: es una poesía de la desesperanza. Este es su lugar en la sociedad, el de hacernos poner los pies sobre la tierra, el de desalinearnos –indirectamente, claro-. Todo esto desde la destrucción de la poesía tradicional y trascendente.
“Él simplemente rompe con todo” (Artefactos, 1972)