Marrakech I - Ghoribas

Por Delgraphica
Parece que los temas de esta semana serán: “baterías cargadas” y “vuelta al cole”. En este mes de septiembre que se nos avecina, preludio del largo invierno (NOOOO, por qué? Por qué?), tomad un minuto y pensad: ¿ha sido un buen verano? ¿Qué recuerdos de esta época os acompañarán para siempre? El año pasado tuve un verano de meditación y búsqueda de paz interior, sin duda la antesala de la vorágine de los siguientes meses. Este verano me apetecía viajar, y viajar diferente. Con actividades nuevas, conocer nuevos sabores y cultura. Mi destino: Marrakech. ¿Por qué? Porque es un destino cercano, económico y que me permitía hacer un cambio total.
Estoy contenta, fluyó todo de una manera perfecta. La primera impresión al llegar a Marrakech y enfrentarse a su medina llena de estrechos callejones, acojona un poco, pero tranquilos, es un momento. Una vez localizada la gran plaza de Yamaa el Fna, sólo queda pasear y dejarse arrastrar por las callejuelas, disfrutar de las puestas de sol en alguna terrazita, bebiendo un té con menta. Cenas espectaculares con velitas, espectáculos, tajines o cuscús. Y cuando estás cansado de la ciudad, volver al oasis del Riad.

Nuestro riad tenía todo lo que me había imaginado. Estuve semanas mirando fotos de riads, soñando con jardines y piscinas. Al final me decidí per Riad Kaïss. La realidad superó mis expectativas. El dormitorio sacado de las 1001 noches, un jardín de majará y una piscinita ideal. Entre que era agosto y Ramadán parecía que tuviéramos el riad para uso exclusivo, una pasada. Estar bañándose a luz de la luna y que vengan a preguntar ¿Dónde querrán cenar? ¿En el jardín, en la terraza superior? (jaja) ¿los ricos deben vivir así?

Desde el principio tenía clarísimo que quería hacer actividades fuera de las típicas de turisteo. Un motivo que me decidió por riad Kaïss fué que organizan talleres de cocina. Me apunté a un taller de “pastry”. Cocinamos 3 pastas dulces muy típicas de la cocina marroquí. Hoy comparto con vosotros la primera receta, Ghoribas, son una galletas de mantequilla ideales para acompañar el té. Si os portáis bien, en otro post, os pasaré la receta de las otras dos ;D

Ingredientes

  • 200 gr de mantequilla pomada
  • 200 gr de azúcar glass
  • 2 huevos + 1 huevo para pincelar las orivas
  • 1 sobre de azúcar avainillado o 1 cu de aroma de vainilla
  • 100 ml de aceite de girasol
  • 2 sobres de levadura
  • Harina (la que admita la masa)
  • Sésamo y ralladura de coco para decorar
  • Mermelada de albaricoque 

Preparación

  1. Pre-calentar el horno a 180º.
  2. En un bol grande echar la mantequilla, el azúcar glass, 2 huevos, el azúcar avainillado, el aceite y los 2 sobres de levadura. Amasar con las manos e ir añadiendo la harina cucharada a cucharada hasta obtener una masa que no se pegue a las paredes del bol.
  3. Cascar un huevo, hacer bolitas de unos 2 cm con la masa anterior. Mojar la bolita con el huevo cascado, luego rebozar con el sésamo o con la ralladura de coco.
  4. En una bandeja embadurnada de aceite, colocar la bolita rebozada. Aplastar ligeramente formando un disco y con el dedo anular apretar el centro. Poner una cucharadita de mermelada en el orificio central de la oriva.
  5. Hornear las orivas 15 minutos hasta que estén doraditas.

Unas galletitas muy sabrosas y facilísimas de hacer. La mermelada utilizada era de albaricoque, pero no hace falta decir que podéis utilizar cualquier otro sabor: fresa, naranja ácida, ciruela… Y para “rebozar” la oriva seguro que podemos probar otras cosas cómo, almendras fileteadas, piñones, trocitos de anacardo o pistacho… ¿Qué mezcla haríais vosotros? 
Feliz vuelta a la vida, a los horarios habituales, al gimnasio, a la rutina… Que sea leve!!
Bsitos ;*Delgraphica