Marruecos: aborto descafeinado

Publicado el 20 mayo 2015 por Gsnotaftershave @GSnotaftershave

Cada día se practican entre 600 y 800 abortos clandestinos en Marruecos, según organizaciones / Foto: Alejandra Donat de Caralt (Flickr)

El aborto en Marruecos es una prohibición silenciosa, un tabú enquistado en la sociedad que está más prohibido por la ley que por el Corán. A pesar de ello el rey marroquí, Mohamed VI, acaba de regular el aborto en los supuestos de violación, incesto y malformación del feto. Una medida necesaria, sin duda, en un país en el que cada día se practican entre 600 y 800 abortos clandestinos, según la Asociación Marroquí de Planificación Familiar (AMPF) y la Asociación Marroquí de Lucha contra el Aborto Clandestino (Amlac). Además, datos de la Organización Mundial de la Salud indican que la muerte causada por este tipo de abortos representa el 13% de las muertes maternales en el país magrebí.

Sin embargo, la medida continúa siendo insuficiente, ya que la causa real de este problema es la falta de libertad de las mujeres marroquíes, quienes continúan aplastadas por una injusta interpretación religiosa en pleno siglo XXI. El libro sagrado de los musulmanes no prohíbe explícitamente el aborto (como tampoco el uso de anticonceptivos), pero el Código Penal la castiga con entre 6 meses y 20 años de cárcel.

Muchas mujeres marroquíes rechazan el uso de anticonceptivos por el miedo a ser señaladas y repudiadas por la sociedad. Lo mismo ocurre con el aborto. La influencia de los líderes religiosos que predican contra el aborto y los anticonceptivos es muy alta, por lo que hasta ahora no ha habido mucho que hacer para regular la interrupción del embarazo. Hasta el momento, la ley marroquí sólo consentía el aborto en caso de riesgo evidente de muerte para la madre. En 2008, el Partido de Justicia y Desarrollo (PJD) llevó el debate al parlamento marroquí por primera vez y finalmente, tras años de discusión, Mohamed VI ha decidido incluir nuevos supuestos, eso sí, sin ir más allá de lo que proponen los islamistas moderados. La propuesta del PJD es mucho más suave de lo que piden otros sectores más progresistas como la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), que defiende el aborto libre y señala directamente a la influencia religiosa como principal obstáculo para su regulación.

Tanto la AMPF como la Amlac llevan años proponiendo el aborto libre como solución a los abortos clandestinos, pero sólo el poder de los islamistas del PJD ha conseguido una modificación descafeinada de la ley en base a un informe que manifiesta una amplia oposición social al aborto. Así, el monarca marroquí autoriza ampliar los supuestos del aborto en un intento de modernizar el atrasado Código Penal de 1962, una medida que complace a sus socios occidentales sin enfadar demasiado a los imanes de las mezquitas. Es una limpieza de imagen, no una medida para mejorar los derechos las mujeres. No es de extrañar en un país donde la poligamia continúa siendo legal, pero no el adulterio. Y donde el grueso de la sociedad, bajo la influencia de los líderes religiosos, señala y castiga a quienes intentan modernizar la lectura del Corán.

Las mujeres que acuden a abortar clandestinamente en Marruecos son muy diversas, desde solteras y jóvenes a mujeres con pareja estable pero que no están casadas. El miedo es el factor común de la mayoría, miedo a la sociedad o a su propia familia. Los abortos clandestinos se practican en todo tipo de establecimientos, desde enfermerías a casas de particulares y hasta a domicilio, con el consiguiente riesgo de muerte o graves complicaciones por falta de medios sanitarios e higiénicos. Quienes los realizan no son expertos y se benefician económicamente de ello. La desesperación hace que las mujeres en Marruecos paguen elevadas sumas de dinero para abortar sin garantías para su vida, algunas incluso prostituyéndose para reunir el dinero necesario, asegura la AMPF.

Feministas islámicas como Asma Lamrabet piden continuamente un cambio de mentalidad en la sociedad árabe e islámica, insistiendo en que la igualdad y el empoderamiento de las mujeres no son incompatibles con el islam, sino con la lectura patriarcal imperante que se hace de los textos. Esto incluye el aborto, pero también el papel de la mujer en el conjunto de la sociedad, y debe cambiar no en nombre de un partido islamista, sino en nombre de los derechos de las mujeres.