Marsella y el poder de la comunicación

Por Sariqui @CocinadeSariqui

Atrás quedaron las vacaciones y ha llovido tanto ya, que se me hace difícil escribir este post.
Corría el mes de junio, cuando no sabíamos ni tan siquiera lo que íbamos a hacer por vacaciones, a parte de liarnos con obras en casa (que por cierto aún no han acabado y me estoy empezando a atacar un poco).
Era un caluroso sábado, nos fuimos a la playa con unos amigos y Ana me dejó hojear sus revistas, el Cuore, con sus inevitables Args de culos fofos (siempre es grato ver que no eres la única que no tiene un cuerpo 10), y la Woman, que hacía mil años que no leía.

Mientras el resto medio dormitaban bajo el sol, yo leía a fondo un artículo sobre Marsella que me atrapó de tal forma, que en unos minutos ya le estaba diciendo a Víctor de ir a pasar unos días a tan maravillosa ciudad. Además, así aprovecharía para visitar a mi vieja amiga Audrey.
No sé si fueron las hormonas del embarazo, el calor que azotó mis neuronas, o la pluma de la autora del artículo (Ester Aguado), pero allí estaba yo, reservando como una posesa, no una ni dos, sino cinco noches en el hotel que la revista recomendaba: Mama Shelter.


Como en todo lo que hago, no me arrepiento de nada en esta vida, pero sí que de haber tenido capacidad de análisis, habría reducido las noches en la ciudad de Marsella a 2 y habría dedicado el resto a la Provenza. Aunque no hay nada que no se pueda arreglar metiéndole kilómetros al coche.
Por si os puede interesar, aquí os dejo mi resumen particular de Marsella y alrededores.

¿Dónde dormir en Marsella?

Empezamos por el Hotel Mama Shelter.

El personal encantador, la decoración de Philippe Stark bien pensada y funcional, las camas super cómodas (aunque las almohadas no están a la altura), precio por habitación razonable (70 €), precio desayuno desorbitado 16 € (por supuesto no desayuné ni un solo día), ambiente pijo-modernete y restaurante correcto pero pelín subido de precio.

Lo que has de saber si te alojas en Marsella es que has de meter el coche en el parquing, no hay mucha zona de aparcamiento y la que hay es de pago, y además corres el riesgo de que te hagan alguna gamberrada.

¿Dónde comer en Marsella?

Senegalés Le Ziguinchor
(20, rue Pastoret - 13006 - Marsella)
Cuando quedamos para cenar con Audrey pensé que nos llevaría a un senegalés, por su estrecha relación con la cultura senegalesa, y, aunque no fue la primera opción allí acabamos.
No sé si fue por lo tarde que era, pero nos tardaron en servir muchísimo, de hecho el cocinero estaba sentado viendo la tele mientras el camarero estaba de paliqueo con el colega.

Se lo tomaron muy con la calma, pero realmente la comida me sorprendió, buena y a un precio más que razonable. Eso sí, salimos rodando de lo pesada que era, quizás habría sido mejor opción para la comida.
Precio medio: 65 € para 3 personas
Les Pieds dans le plat
(2 Rue Pastoret, 13006 Marsella, Francia)
Un restaurante con encanto pedido en una callejuela de Marsella. Con una carta no muy extensa que varían a diario y que te cantan de una pizarra escrita a mano.

Los platos elaborados con gusto, buen servicio y buen trato. Eso sí, es raro compartir un primero, raro raro!!! Lo compartimos, pero el camarero se quedó extrañadísimo. Luego vimos en el restaurante de Mama Shelter que los platos que son para compartir ya están indicados como tal.
Precio medio: 67 € para 2 personas

¿Qué visitar en Marsella y alrededores?


TIERRA

Marsella como ciudad no es muy bonita, aunque tiene algunas reliquias que visitar como Port Vieux o la Notre Dame de la Garde.
Si te has pasado reservando días en la ciudad y quieres invertir bien el tiempo, te recomiendo que te pierdas por los pueblitos de a Provenza.
Aix-en-Provence
Podría decir que el más concurrido de la región. Será por su mercadillo que recorre sus calles y donde podrás comprar jabones artesanos, hierbas, fruta, quesos y cualquier producto de artesanía.
Recomendable tomar un desayuno en la plaza del mercado mientras contemplas el paso de gente que va y viene de cualquier parte.
Saint Remy de Provence
Es uno de los pueblecitos más conocidos de la Provenza francesa, paseamos, tomamos un té en una de sus tranquilas plazas y compramos un conejito de luz para Jordi.
Baux de Provence
Un pueblo medieval que corona una colina. Sus calles empedradas están repletas de tienditas de artesania y lugares donde tomar un refrigerio.
¡Las vistas son espectaculares!
MAR
Sormiu
Existen dos formas de acceder a la cala. En coche, siempre y cuando reserves en uno de sus dos restaurantes (precio medio 50€/persona) y pagues los 4 € de parquing. O a pie, se tarda una hora de ida y un poco más a la vuelta sobre todo si caminas bajo el solano de mediodía. Quizás no fue la mejor opción estando embarazada, pero llegamos!!!

La cala es super peque y se llena hasta la bandera, tanto que se genera un ambiente de hermandad donde parece que estás compartiendo pareo con el vecino de al lado.
El agua fría y cristalina, ahí si que no tienes problemas de espacio, porque no todos resisten la temperatura del agua.
Cassis
Un puerto bonito, con callejuelas para pasar y un mercadito de lo más mono.
Además, los pescadores venden sus presas en las paraditas que tienen junto a sus barcas. ¡Lástima no tener donde cocinar!
Port Pin
Cerca de Cassis, encontrarás la calita de Port Pin, de acceso relativamente fácil, a no ser que te pase como a mi y pienses que vas a una playa urbana y te plantes las Hawaianas, el cesto de paja y la bata de buscona. ¡Pero que estaría pensando!

¡A pesar de todo conseguí llegar!


La cala tenía unos pedruscos que se te clavaban en todas partes y la gente tomaba el sol estirados como si estubieran en un colchón de látex. ¿Serían todos faquires?
El balance final positivo, me lo pasé bien, comí genial y aproveché para ver a mi vieja amiga Audrey... Fueron unas vacaciones tranquilas, que recordaré con mucho cariño.