Martha Marcy May Marlene

Publicado el 02 mayo 2012 por José Angel Barrueco

Sorprendente debut del director Sean Durkin, esta película protagonizada por la joven Elizabeth Olsen (hermana pequeña de las Olsen, pero dotada del talento que a ellas les falta) tiene su mejor baza en la manera que ha elegido su autor para rodarla, con planos que a menudo lo explican todo sin necesidad de palabras, con una atmósfera inquietante y un misterioso mal rollo que recuerda a las películas de Michael Haneke (algo que ya han señalado algunos críticos), con elipsis y flashbacks que obligan al espectador a rellenar los huecos para suplir la información que nos han vedado.
Martha (prefiero no desvelar las razones del título) es una chica que escapa de una casa en el bosque. Una casa donde convivía con otras chicas y con algunos chicos y con un hombre mayor (John Hawkes, más espeluznante que nunca) que parece dirigir el cotarro. Tras huir, llama a su hermana para que la recoja en la carretera. No se han visto en los dos últimos años. Durante el tiempo que Martha convive con su hermana, ella y su marido son incapaces de sacarle información sobre su anterior paradero, y la película, mediante saltos al pasado, nos va mostrando lo que hacía en aquella casa del bosque: convivir con una secta, con una de esas sectas al estilo de las de Charles Manson en las que el gurú predica el amor libre, la purificación del cuerpo, el repudio de las posesiones, la entrada nocturna en domicilios ajenos para robar algunas cosas o simplemente fisgar… En ningún momento del filme se menciona la palabra “secta”, pero los paralelismos con Manson y su tropa de jóvenes con el cerebro lavado es evidente. El director confunde al espectador en la primera media hora de película, tal vez porque no sabe muy bien qué está pasando. Yo jugué con ventaja porque, antes de entrar al cine, leí alguna frase que aludía al carácter sectario de los personajes.
Espléndida película, pues, ganadora de varios premios y exhibida en bastantes festivales, no tardará en ser un título de culto. Forma parte de esas historias malsanas en las que podríamos encajar Eden Lake, Los extraños o Funny Games. Tiene un par de escenas que ponen los pelos de punta, especialmente cuando aparece Hawkes con su mirada de perturbado.