Martinetes y espátulas al lado de casa y sin saberlo

Por Aver Aves @AverAves

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En primavera y verano, el Jarama y sus afluentes, como los que pasan por Cobeña, son propicios para la presencia del martinete

Javier Rico

Hemos hablado en más de una ocasión que, en especial con los grupos escolares, aves que aparentemente nos parecen “normales y comunes” despiertan un gran interés porque pocas veces (o ninguna) tienen la ocasión de pararse a verlas, reconocerlas y disfrutar con detalle y sosiego de sus poses, cantos y vuelos. Es el caso del mirlo, la urraca, el verdecillo e incluso el gorrión común. Pero claro, cuando a estas se unen el aguililla calzada, el buitre negro, el somormujo lavanco, el martinete común o la espátula común saltan chispas de la emoción. Es lo que ha ocurrido en los últimos recorridos que hemos hecho. 

Desde que subimos la última entrada a este blog “ha llovido mucho” por Aver Aves; hemos realizado tres rutas con la asociación de madres y padres del alumnado (AMPA) del colegio Villa de Cobeña, otras tantas con el colegio Castilla de Alcobendas, también las tres últimas con el colegio William Shakespeare de Coslada, dos con grupos de familias por la Dehesa de la Villa y Madrid Río/Casa de Campo, respectivamente, y una final con el colegio Trabenco de Leganés.

Como os podéis imaginar, tan variados destinos han supuesto un goteo continuo de sorpresas aladas a las que podríamos añadir las que tuvimos con anterioridad en una ruta hasta las lagunas de Ambroz (distrito de San Blas/Canillejas) dentro del programa de salidas con la Federación de la Comunidad de Madrid de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (FAPA Francisco Giner de los Ríos). Por aquí algunas de las estrellas fueron el somormujo lavanco, el tarro canelo y el zampullín común. Todo en la ciudad de Madrid. 

El somormujo lavanco fue una de las aves observadas en las lagunas de Ambroz, situadas en la ciudad de Madrid

Fuera de la capital, uno de los mayores alicientes vino de las lagunas artificiales creadas a partir de los arroyos del Pontón y del Barranco de la Checa. Ambos forman la arteria fluvial de la Dehesa de Cobeña, uno de los pocos retazos de monte mediterráneo y bosque de ribera que quedan entre los cultivos cerealistas que dominan en los municipios de Cobeña y Algete. Hasta allí nos fuimos con varios grupos del AMPA del colegio Villa de Cobeña.

Antes de llegar al complejo lagunar ya nos habían alegrado la vista un repóquer de rapaces: buitre negro, buitre leonado, busardo ratonero, milano negro y aguililla calzada. Ver el planeo majestuoso de cualquiera de ellas alivia hasta el calor que pasamos en la ruta. Pero para alivio con algo de frescor lo de las orillas de las lagunas. En una de las rutas nos quedamos sorprendidos por la figura solitaria de una espátula común removiendo el agua, medio oculta entre álamos y sauces. Lo mejor llegó cuando, de repente, voló hacia esos mismos árboles y se poso momentáneamente en ellos un martinete común. 

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Las lagunas de la Dehesa de Cobeña permitieron contemplar a un ejemplar de espátula común

Son de esas cosas que sorprenden sobremanera porque son las típicas lagunas donde acuden cientos de cobeñeros y cobeñeras a pasar el día y donde solo suelen ver “patos”. En los safaris que montamos con el AMPA del cole Villa de Cobeña anotamos, además de martinete y espátula, ánade azulón, oca doméstica, garza real, zampullín común, gallineta común, focha común y chorlitejo chico.

Los buitres negros también causaron especial revuelo en las rutas con los coles Castilla y William Shakespeare. Con el primero además anotamos águila real y momentos especialmente intensos con vencejos comunes y aviones comunes. Estos últimos bajaban a recoger pegotitos de barro para reforzar sus nidos a escasos metros del grupo escolar. Por no hablar de los restos de nidos de la misma especie que quedan dentro de su propio colegio. 

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Casi ni se le ve. El agateador común se camufla muy bien entre los troncos que escala.

La ruta por la Dehesa de la Villa tuvo en los pájaros carpinteros uno de los principales focos de atención. Los pinos piñoneros que han resistido a la pesada carga que supuso la nevada de Filomena, sirven como lugar de apoyo, nidificación y alimento constante para el pito real y el pico picapinos. Faltó a la cita el animal más veloz del mundo, el halcón peregrino, que no tiene lejos uno de sus nidos urbanos en la ciudad de Madrid.

Otro aficionado a la escalada por los árboles, el agateador común, puso la guinda al recorrido que hicimos con otro grupo de familias entre Madrid Río y la Casa de Campo. Aviones comunes y roqueros, las familias de gallinetas y de gansos del Nilo y dos cigüeñas blancas posadas en lo alto de un cedro mantuvieron alta la atención, tanto de las madres como de sus peques. Y sí, una vez más, todo tan cercano, tan a mano. Es lo que más sorprende y gusta, que al lado de sus casas y coles se vean espátulas, buitres negros y agateadores comunes.

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