Revista Arquitectura

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

Por Jaumep

Debo los planos y la foto de época de la casa al entusiasmo de Josep Llobet, que se interesó por la redacción de este artículo, investigando por su cuenta hasta que los encontró. Gracias, Josep. Fotos de la casa y reconstrucción de las secciones: Jaume Prat, marzo 2012.

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

La casa García, estado original. Fotografía de autor desconocido.  

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

La casa García, hoy en día. 

De paso por una calle de Segur de Calafell, de las perpendiculares al mar, a una distancia de un par de kilómetros, me solía llamar la atención una vivienda unifamiliar que, circunstancialmente, descubrí que habían  proyectado y construido José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres entre los años 68 y 70, aunque la guía donde me la encontré sale, como año, el 72. El artículo está hecho con fotos desde la calle, partiendo de la observación directa de la casa, cruzando a posteriori estos datos con la información planimétrica.
La casa se integra perfectamente en su entorno, la calle y las parcelas circundantes, todas ellas construidas. Un entorno, por tanto, artificial, que sólo conserva un olivo, algún algarrobo y la pendiente. Los pinos son todos ellos posteriores al edificio. Ahora han crecido tanto que lo esconden en buena parte. Los arquitectos soy muy jóvenes cuando proyectan y construyen la casa, menos de 25 años. La casa, pero, es una obra madura, sea por lo que sea: probablemente por la consolidación, a través de toda una serie de limitaciones que le juegan a favor, de toda una serie de referencias muy bien digeridas. La parcela donde se establece la casa es complicada. La construcción, pobre: muros revocados con mortero de cal pintados de un color burdeos, diferenciado el exterior de un interior enyesado y pintado en color blanco. Las ventanas se cubren con carpinterías de madera y persianas de librillo también de color blanco. Dos clases de baldosa: vidriada de la Bisbal para los antepechos y baldosa del Vendrell, de 14x28cm, en los pavimentos, zócalos y minveles. Probablemente en las cubiertas, resueltas con un forjado unidireccional simplemente apoyado en las paredes. Ya está. El terreno baja en pendiente hacia el mar y hacia la calle. Hay una diferencia de, quizá, cuatro metros entre la cota de acceso y la cota posterior de la parcela. Cuando se construyó la casa el terreno estaba, todavía, bastante desforestado. El mar se debía de ver perfectamente. Ahora su visión ha sido substituida, o combinada, con la de los pinos antes mencionados. El olivo de la foto original sobrevive. Pondría la mano en el fuego que estaba en la parcela, fuese en esa posición o trasplantado.

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

La casa con el olivo.

La casa puede ser leída como una vivienda desarrollada en una sola planta escalonada hasta que diversas partes de la misma miran por encima de las cubiertas de las otras. Interiormente se desarrolla como una especie de raumplan organizado en función de la topografía. También puede leerse como una muestra de arquitectura culta: se relaciona con el lugar a través del bagaje de los arquitectos, sin demasiados tics vernáculos. Hace falta tener esto en cuenta a la hora de hablar de ella.
Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

secciones.

Elías Torres se define, en el prólogo de su tesis doctoral, como un diletante de la arquitectura. La casa está proyectada, efectivamente, por un diletante. La precisión del diseño viene dada por dos factores: los elementos constructivos y su capacidad para adaptarse a la medida humana. Nada más. El resto, todo por aproximación.
Primero, la casa parece simétrica, pero no lo es. Por el sol primero, porque no quieren después. Este (junto con el uso de los materiales y su escala aparente) sea, probablemente, el único rasco que acerque esta casa a la arquitectura vernácula: ésta jamás es simétrica, tan sólo lo parece. De aquí su armonía: esta despreocupación formal aparente es otra de las muestras del diletantismo de sus autores.

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

Cuerpos estrictamente simétricos orientados al sol.

A partir de esta imagen inicial, el tipo edificatorio se va adaptando a la parcela y al programa, siempre bajo esta premisa inicial de una casa simétrica-pero-no-tanto. La casa se organiza alrededor de un eje central muy potente. La planta tiene una base pictórica evidente: tras suyo están John Hejduk, Charles Moore, el primer Gehry. Las influencias americanas son obvias. La planta (también por aproximación) presenta un ritmo muy poético, casi musical: ABABCBC, donde A es, aproximadamente, B+C. Por tanto se pueden extrapolar una serie de Fibonacci, el Modulor, leyes clásicas, etc. Mil cosas que están bien, sin obsesionarse por ninguna de ellas, tan sólo por la armonía que sugieren. Si definimos un hipotético eje Y donde fijar estos ritmos, el eje X que define la otra dimensión de la planta se vuelve a relacionar con ella tan sólo por pura aproximación. Proporción, escala humana. Ningún misticismo oculto.

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

La planta en su posición relativa en la parcela. La calle está en la parte inferior. 

La casa puede ser leída, también, como una casa binuclear rara. Por rara entiendo una organización híbrida, desacostumbrada, con los dos núcleos dispuestos en enfilade y el segundo de ellos, el de noche, partido en dos para adaptarlo a la pendiente del solar. EL eje parte los dos núcleos en dos por la mitad, separando el estar y el comedor de la cocina y las cuatro habitaciones dos a dos. El núcleo de habitaciones se organiza en base a un espacio central, un auténtico impluviumcegado, donde el descenso del agua queda suplido por un descenso de luz (probablemente el lucernario esté protegido por una persiana de librillo) que ocupa la parte central del eje y obliga al habitante a desplazarse del centro ocupado: justo el funcionamiento de un jardín italiano renacentista. La zona de día tendrá una cocina pequeñita, de esas que se llamaban laboratorios (en realidad un rastro machista de cuando la mujer cocinaba y los hombres se la pasaban bien en el estar, también el rastro de una zona de servicio a la burguesa), un comedor relacionado con ella y un estar cuatro o cinco escalones por debajo. Quizá la altura de un sofá. Imagino los muebles empotrados, a la ibicenca: un banco, quizá la mesa, seguro el sofá. El resto, sillas de paja, paredes enyesadas. Quizá una baldosa del Vendrell entera de zócalo, como las que forman el pavimento. Porches: porques en el garaje (como un carport) y porches prolongando el estar.  

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

Porches. Carport.

El eje acaba en la parte posterior con una puerta de salida al jardín, como si se pudiese recorrer entero sin tener que volver atrás. La casa presenta un rosario de semiejes secundarios que sólo refuerzan el principal, a modo de diafragmas que estimulen nuestra atención. Cuando la miras desde la calle esto se nota: las ventanas, hacia el sol. Las chimeneas obedeciendo lógicas internas. El cuerpo del estar gravitando hacia el jardín, a un lado de la parcela, como un negativo vacío del lleno que representa la casa, optimizando su superficie. El eje se marca, también, en la volumetría, en forma de cubierta ligeramente deprimida. El lucernario del impluvium no es visible desde la calle. Mención especial a los patios exteriores: cojines que permiten que la topografía se adapte mejor. Un tiesto para un olivo. Algunos de ellos tienen tan sólo cincuenta por cincuenta centímetros, quizá los patios más pequeños con sentido que jamás haya visto, como los dispuestos a lado y lado de la puerta de entrada. Cruzando información se aprecia como las puertas del eje están rodeadas de luz. Siempre. La continuidad espacial que ha de otorgar este sistema, asociada a la privacidad que consigue respetar, la hace una de las casas más vivibles que conozco: como siempre, la buena arquitectura no plantea disyuntivas. Lo incluye todo.
La vivienda está, afortunadamente, catalogada por dentro y por fuera: el ayuntamiento de Segur de Calafell ha detectado algunas de las buenas muestras de arquitectura moderna y las ha procurado salvar. Falta, pero, alguna más, como, por ejemplo, la casa que Gabriel Mora, Albert Viaplana y Helio Piñón construyeron en el término municipal más o menos contemporáneamente a esta. Parece que alguien tiene claro cuáles son los referentes a tener en cuenta.

Martínez Lapeña-Torres: Casa García, Segur de Calafell, 2_2: la casa

La policromía.



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