En las dos islas hermanas persisten similitudes: allí se habla francés y criollo; el viaje requiere el alquiler de un vehículo en el lugar; de lo contrario, los descubrimientos serán limitados; El clima es templado durante todo el año y especialmente cuando llega el invierno en Europa. A pesar de estos puntos comunes y de la gran proximidad, Martinica y Guadalupe tienen personalidad propia. Dado que la elección resulta difícil al principio, hemos destacado los principales temas que podrían inclinar la balanza. Tu próximo viaje a las Antillas Francesas te está esperando.
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Paisajes naturales
Aunque Martinica es más pequeña que su vecina, su vegetación puede presumir de ser mucho más variada. Su sobrenombre de isla de las flores no le es robado. Esto lo vemos plenamente en el jardín botánico de Balata, que merece una visita. ¡Guadalupe es ciertamente menos colorida pero igual de rica en clorofila! En cada una de las islas se alza un imponente volcán, cuya ascensión permite acceder a magníficas vistas de las costas y sus aguas transparentes. Los amantes del senderismo estarán encantados sea cual sea su destino.
Anse Céron, Martinica – Jérôme Galland
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Sitios culturales e históricos
Incluso si no elegimos necesariamente Martinica o Guadalupe para un viaje centrado únicamente en el rico patrimonio y la cultura, hermosos descubrimientos pueden marcar el viaje. En Martinica, deténgase en las calles de Saint-Pierre, antigua capital de la isla sepultada por la erupción del Monte Pelée en 1902, así como en las numerosas destilerías escondidas en medio de los campos de caña de azúcar. Allí queda muy bien resaltada la identidad criolla. En Guadalupe, haga una parada en la catedral de Notre-Dame de la Guadalupe en Basse-Terre, que fue el primer santuario católico de la isla en 1736, pero también en la finca Zévalos, una residencia colonial magníficamente conservada.
Destilería Clément, Martinica -Martín Phlippoteau
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Los placeres de la playa
Aguas cristalinas, bordeadas de arena fina y altos cocoteros: efectivamente, se encuentra en una playa de las Indias Occidentales. El entorno paradisíaco a veces se extiende más allá, cuando ofrecen vistas panorámicas de las colinas y las islas vecinas. El ambiente los fines de semana aumenta con las reuniones: entre amigos o familiares, jóvenes y mayores suelen reunirse alrededor de una barbacoa. En Martinica, las playas del norte son volcánicas y, por tanto, están cubiertas de arena negra, lo que hace que el panorama general sea casi místico. Entre las playas más bellas de Martinica; aquellos en los que recomendamos dejar la toalla: las Salines, Anse Dufour, Anse Noire o incluso Anse Couleuvre. En Guadalupe, busque Anse du Souffleur, Anse Figuier o Plage de la Caravelle… Nuestras mejores playas de Guadalupe.
Entonces es hora de relajarse.
Anse du Souffleur, Guadalupe – Leopoldo Aries
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el mundo submarino
La belleza y la diversidad de los fondos marinos son iguales en las costas de Guadalupe y Martinica. El Mar Caribe no hace ninguna diferencia aquí. La reserva Cousteau, la Roca del Diamante, el sitio François… Muchos lugares son conocidos y reconocidos por la observación de peces tropicales, tortugas y corales. Sólo tendrás que ponerte una máscara y hacer snorkel para una escapada rápida a la costa, o contactar con un centro homologado para realizar tu primera salida con botella. Un bautismo en un entorno así sólo puede dejar muy buenos recuerdos.
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Cuando es hora de fiesta
En Guadalupe y Martinica, el carnaval es una institución y, más que nunca, una oportunidad para divertirse. Apareció en el siglo XVII, con la llegada de los colonos. Esta tradición pagana procedente de Europa tuvo lugar justo antes de las restricciones de la Cuaresma. Hoy celebra toda la belleza de la cultura antillana. Suele comenzar el domingo de Epifanía y terminar con el martes de carnaval y el miércoles de ceniza. Todos los fines de semana durante este periodo asistimos en pueblos y aldeas a concursos de danza, disfraces y belleza. Tenga cuidado, durante este período, muchos negocios cierran sus puertas alrededor del Mardi Gras, que es un día festivo.
Carnaval de Epifanía – Comité de Turismo de las Islas Guadalupe
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en el plato
Menos de 200 kilómetros separan las dos islas, por lo que es difícil ofrecerles especialidades gastronómicas muy distintas. En la cocina martiniquesa y guadalupeña, encontrará fácilmente bacalao acras, buñuelos de plátano, pollo colombo y morcilla criolla. Sin embargo, es en la isla de las mariposas donde tendrás más posibilidades de degustar bebé (plato a base de callos) y compañero (plato de cangrejo). En los vasos, ron agrícola. Los productores de cada una de las islas llevan mucho tiempo reivindicando calidad y sabor único. Lo mejor es que te formes tu propia opinión.
Martinica -Martín Phlippoteau
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Para dos o en familia
Si viaja con niños pequeños, Martinica sigue siendo sin duda la isla preferida. Tiene muchas playas resguardadas y de poca profundidad, donde aprender a nadar no representa ningún peligro, aunque aún se requiere supervisión. Si se aventura a las Antillas con niños mayores, o incluso adolescentes, Guadalupe ofrece más actividades al aire libre, donde los jóvenes pueden pasar su tiempo como quieran. Para las parejas sin hijos, Martinica y Guadalupe ofrecen la dosis justa de acogedores rincones, mesas con los pies en la arena, románticos paseos al atardecer…
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en los alrededores
Para los viajeros que residen en Martinica, es fácil conectar Santa Lucía. Allí se conduce por la izquierda (el reino de la Commonwealth lo obliga) entre el mar y los valles frondosos. Sobre las mesetas se alzan dos conos perfectos: Gros Piton y Petit Piton, volcanes activos y orgullo de la isla, declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Guadalupe, por su parte, tiene sus propias dependencias, a saber, Saintes, Marie-Galante, Désirade. En la primera se encuentra sin duda la bahía más bella del mundo, la segunda recibe el sobrenombre de “la isla de los cien molinos” y la tercera se extiende hasta el extremo oriental, como un faro. ¿Y por qué no simplemente combinar Martinica y Guadalupe en un solo viaje? Multiplicamos los placeres y nos ahorramos una elección más.
Por
ROBERTO CIRIEL
Fotografías de portada: Julien Faure/REA e Iris Kuerschner/LAIF-REA
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