Productores: Canal Horizons, Canal+, CinéCinéma, Eskwad, TCB Film, Wild Bunch .- /
Guión: Pascal Laugier/
Fotografía: Stéphane Martin, Nathalie Moliavko-Visotzky/
País: Francia/
Música: Alex Cortés, Willie Cortés/
Intérpretes: Mylène Jampanoï, Morjana Alaoui, Catherine Bégin, Robert Toupin, Patricia Tulasne, Juliette Gosselin, Xavier Dolan-Tadros /
Duración y datos técnicos: 97 min. Color.
El cine francés de terror viene dejando gratas sorpresas en los últimos años. Si en 2007 triunfaron sorprendentes propuestas como o " À l´intérieur", ("Inside", 2007) repletas de violencia e inteligencia o esa sorpresa que fue "Rubber", escrita y dirigida por Quentin Dupieux en 2010, el 2008 fue el momento de un efervescente director en esto de las cuestiones de lo macabro, Pascal Laugier. Uno de los abanderados de ese movimiento que acuñó James Quandt como "New French Extremity" y que lideró al menos, en el aspecto comercial Alexandre Aja. Tuvo su momento de gloria con esta producción titulada "Martyrs", donde se mueve entre el gore, el terror, el drama y el suspense, con la clara idea de fastidiarnos en la medida de lo posible, a base de salpicarnos con sangre, sin trivializar ante un tema serio y trágico como la violencia y sin cortarse un pelo a la hora de destruir salvaje y literalmente los cuerpos y las vidas de mujeres jóvenes, bellas e inteligentes. No es precisamente miedo lo que me produce, sino un terrible dolor de estómago, de esos que con resabio y placer se disfrutan ante una sesión de violencia supina, como esta.
A comienzos de los años 70, en Chamfors (Francia), aparece una niña llamada Lucie, perdida un año antes. Camina en estado catatónico y no es capaz de decir nada sobre lo que le ha ocurrido, cuando la descubren caminando por la carretera. A la policía no le cuesta encontrar el lugar donde ha estado encerrada. Un antiguo matadero con aspecto de factoría abandonada, tétrica y francamente pavorosa, inhóspita y mórbida.
Con esta premisa el director francés construye una historia con ciertas pretensiones e influencias de "cine culto", pero que en realidad es una excusa perfecta para desarrollar su bestialidad y macabrería sin complejos y explayarse a conciencia en su tétrico discurso. No atiende clichés, ni se preocupa por los cánones, pasa de lo más original, a lo más acostumbrado sin miramientos y sin complejos, hecho que se agradece mucho en una cinta de terror.
Lo primero que se advierte, en el estilo cinematográfico de Laugier, es un gusto exagerado por la utilización de la Steady-Cam, complaciente con el género y la historia contada, pero hosco y mareante durante largos momentos del metraje, en su uso de la cámara en mano. Utiliza un estilo muy clásico, sobre todo en la primera parte de la película, con respecto a la narración. Prefiere sugerir antes que mostrar, favoreciendo a una intriga necesaria, hasta que desata sus demonios cinéfilos, para patearnos el estómago de forma mayúscula. Es explícita en contenido y forma hasta las últimas consecuencias.
La fotografía distintivamente europea de Stéphane Martin y Nathalie Moliavko-Visotzky ofrece un tono diferenciador a propósito del cine yanqui, con tonos oscuros y contraluces, de una intensidad no excesivamente profusa, ofreciendo un mayor realismo. El montaje mezcla multitud de planos, a veces con excesiva celeridad utilizando un estilo muy de videoclip, pero consigue algunos contrapicados realmente brillantes, que por desgracia no da tiempo a disfrutar debido a su intención intrépida y fulgurante, que reafirma fehacientemente la intención del director de fastidiarme la digestión. Lo consigue con creces a costa de cualquier pureza de estilo.
Esta segunda propuesta de Laugier se postuló como imprescindible en cuanto a terror europeo en los últimos años, con una propuesta heterogénea que se revuelve y desenvuelve a la perfección en los patrones de un Gore que podríamos denominar "culto" y que recuerda por momentos al J-Horror. A pesar de su desapercibido y flojo debut titulado "El internado" ("Saint Ange, 2005), en este momento el realizador francés se convierte por derecho propio en director de culto.
Autor: Juan José Iglesias.-