Más allá de Orión

Por Nesbana

- “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos ‘C’ brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhauser. Todos estos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia… Es hora de morir..” Roy

Blade Runner. Ridley Scott - 1982

Mucho llevo reflexionando sobre las experiencias vividas y qué papel tienen éstas en las vidas y comportamientos de las personas. Estos fragmentos de dos grandes películas (El indomable Will Hunting, 1997, y Blade Runner, 1982) arrojan luz a ello. Dos diálogos emblemáticos de la historia del cine sintetizan la esencia de la vida, las experiencias vividas y lo sentido en ellas. A menudo me siento como Roy en Blade Runner y como el propio Robin Williams. La vida no son ideas, ni libros, ni sermones, la vida son experiencias protagonizadas por uno mismo y por los próximos a él. Siento haber visto cosas que mucha gente no creería, momentos únicos y, por suerte, repetibles. Y todo esto lo he sentido y lo sigo sintiendo en Juniors. ¡Qué acertado estaría un educador diciendo las mismas palabras que Roy! Son muchos años, muchas vivencias y recuerdos y, especialmente, muchos campamentos en los que realmente se ven naves más allá de Orión, rayos C y puertas desconocidas hasta entonces. Esos días de convivencia, de vivencia con compañeros, son días de cómoda tranquilidad en el Monte Tabor, de disfrute, de evasión y de oración. En estos días la vida se saborea de verdad, en primera persona, en acción con Dios. Yo he visto cosas que no creeríais, sonrisas gratuitas, corazones sanados y llenos de felicidad, lágrimas sinceras, fe vivida y palpada, amor al prójimo, compañerismo, nuevos caminos, amistades duraderas, trabajo desinteresado y en equipo, la naturaleza en ti. Cada uno de esos momentos me ha hecho ser como soy, han configurado mi vida cristiana y la de muchos, han contribuido mucho en construir cada pedazo de mi pensamiento, cada sentimiento y cada acción. Esas vivencias han sido más allá de Orión, en esa montaña escarpada, pero han resonado y han aflorado una y otra vez en el descenso, en el suelo llano. Son días que sirven de alimento para continuar, para sacar fuerzas, para reubicarse de nuevo y seguir con esta misión. El recuerdo los revive una y otra vez. Y no, Roy no tenía razón porque esos momentos, esas lágrimas, no se perderán en medio de la lluvia. Esos momentos se palpan y se palparán y darán fruto y, entonces, no será hora de morir, sino de vivir, vivir en plenitud. Cada uno elige sus experiencias o, la vida se las brinda, pero éstas forman las personas.