Más allá de San Paolo

Publicado el 21 febrero 2012 por Marianofusco

La meteórica carrera de André Villas-Boas afrontará un exigente desafío en el mítico San Paolo. Su Chelsea visitará al Napoli por la ida de los octavos de final de la Champions League. Según los medios ingleses un nuevo traspié en tierras italianas desembocaría en su despido, tan abupto como su arribo a Stamford Bridge hace tan solo ocho meses. Los tabloides más sensacionalistas se empecinaron en referirse a él como “Dead Man Walking”, una popular frase que hace referencia al preso que camina con destino a su ejecución. El conjunto que dirige Walter Mazzarri, que alcanzó los octavos de final por primera vez en su historia, podría ser verdugo del ciclo del portugués ante la atenta mirada de San Genaro y Diego Maradona.

Roman Abramovich, dueño del Chelsea, desembolsó 15 millones de euros en junio de 2011 para quebrar el vínculo que existía entre Villas-Boas y el Porto. El multimillonario ruso apostó por él para reencausar su opulento proyecto tras la perfecta temporada del entrenador luso al frente de los Dragones Azules: forjó un equipazo que conquistó la Liga Sagres, la Copa local y la Europa League. Semejante inversión, respaldada por la rubrica de un extenso contrato de tres años (una eternidad para el vértigo de la actualidad), era la simbolización perfecta de un inequívoco mensaje que bajaba desde la dirigencia encabezada por el magnate soviético: frenar la vorágine y el exitismo que en cinco años se habían devorado a cuatro entrenadores para darle su merecido tiempo a una renovación necesaria liderada por el mejor técnico joven del planeta fútbol. Una decisión saludable en tiempos de caos constante.

El último fin de semana el Chelsea de Villas-Boas empató frente al Birmingham City en Stamford Bridge por la quinta ronda de la FA Cup. Los fanáticos abuchearon al conjunto del portugués y pidieron por el regreso de José Mourinho, mentor de André y actual técnico del Real Madrid. La frustración no fue solo por el replay que los Blues deberán afrontar en el estadio St. Andrews: Chelsea marcha en quinta posición en la Premier League, fuera de puestos de Champions y a 17 puntos del líder Manchester City. Además, los rumores que señalaban problemas entre algunos jugadores y el coach portugués se transformaron repentinamente en certezas. “Los jugadores no tienen que respaldar mi proyecto. Es el dueño quien debe hacerlo” reconoció Villas-Boas.

Abramovich es el hombre clave del proyecto Villas-Boas, más aún que el propio técnico. De él dependerá el futuro del joven entrenador que recién transita los primeros años de una auspiciosa carrera que promete no tener techo. Si el magnate ruso cede ante la presión de los fanáticos y de los medios sensacionalistas, el nuevo Mourinho podría ser abruptamente despedido en caso de una derrota en San Paolo. Los billonarios proyectos suelen ser ciclotímicos por el desconocimiento del mundo fútbol por parte de inversores que solo identifican negocios alrededor de la pelota y la pasión. La paciencia será la virtud que defina el futuro del Chelsea. Una decisión apresurada podría condenar a los Blues al ostracismo.

André Villas-Boas fue elegido con el objetivo de repetir en Chelsea lo conseguido en Porto, pese a la profunda renovación que requería un plantel con pocos nombres de jerarquía más allá de los Terry, Lampard, Mata y Drogba. En Do Dragao encontró y cultivó a los intérpretes perfectos para su clásico 4-3-3. Laterales con proyección, mediocampistas con sacrificio y juego acostumbrados a involucrarse ofensivamente, extremos puros (claves en la estructura de AVB) y un nueve infalible como Radamel Falcao. Los Blues no los tienen y el portugués tampoco logró ficharlos. Además de la paciencia, la chequera de Abramovich tendrá que estar a entera disposición del entrenador, independientemente de la continuidad o no del luso.