Más allá del conocimiento científico

Publicado el 13 septiembre 2019 por Carlosgu82

El astrofísico Carl Sagan no solo fue un apasionado científico, sino también un entregado divulgador de sus estudios; esta pasión por la comunicación le llevó a explorar hasta en los linderos mismos de la literatura. Su novela Contact, publicada en 1985 y adaptada al cine en 1997, da cuenta de un puñado de problemas relacionados con la ciencia, tales como la relación de esta con la religión y con las artes; el delgado límite entre la especulación y la verdad científica; las frecuentes imbricaciones que se tejen entre objetivismo y subjetivismo en el proceso de exploración científica, entre muchos otros asuntos neurales. Pero de esa novela, deseamos destacar un problema en particular, nos referimos al de los tipos de conocimiento.

Elleanora (Ellie) Arroway, heroína de la novela contact y personaje interpretado en su versión fílmica por Jodie Foster, transita por tres experiencias del conocer que bien vale analizar y comprender. La primera experiencia consiste en la aplicación de los principios básicos de la ciencia: teorización, contrastación de la teoría, reformulación teórica, generalización de la teoría, y un largo etcétera. La objetividad es el sustento fundamental de esa forma de conocer. Se desechan las suposiciones o hipótesis no comprobables o no comprobadas; se contrasta la teoría formulando en distintos escenarios sus explicaciones y predicciones hasta alcanzar su universalización; se replantean nuevas ordenaciones o inclusiones de nuevos elementos en los axiomas que sustentan determinada teoría, si esta ha sido refutada en algunos de los escenarios aplicados. En esta situación, Ellie es la científica del proyecto SETI que persigue la captación de señales (en forma de sonidos)  diseminados por el espacio y que sean producidos por inteligencia.

Cuando el proyecto SETI capta señales pertinentes, se corrobora que su fuente es inteligente porque la secuencia de los sonidos obtenidos obedece a los números primos. Estos solo pueden ser divisibles por uno y por sí mismo, lo que convierte su uso en la secuencia de los sonidos captados como prueba irrefutable de que estos fueron ordenados por inteligencia con propósitos específicos, comunicar algo. Entramos en la segunda experiencia del conocer cuando el vasto cúmulo de sonidos obtenidos cifra una imagen fragmentada cuyas partes permitirían el acceso a una vasta documentación que explica cómo viajar por el espacio. Destacados científicos intentaron infructuosamente unir las imágenes, pero los patrones seguidos eran los que el pensamiento terrestre permite o está acostumbrado; había que pensar como los veganos (las señales provenían de Vega). Es así que la conjunción de las piezas dispersas se hizo desde combinaciones y superposiciones impensables para el humano. Esta segunda forma del conocer está más cerca del arte que del conocimiento científico.

La tercera forma del conocer es aún más impredecible. Cuando Ellie viaja (en la versión literaria son varios los astronautas involucrados en el viaje) por el espacio comprueba la veracidad de los viajes interestelares, sin embargo, la cápsula fabricada para ello nunca salió del planeta. Ellie es enjuiciada por conspiración, puesto que el proyecto SETI fue auxiliado económicamente por un científico (Hadden) y empresario con vínculos con Estados opuestos a los intereses estadounidenses. En el juicio se construyó toda una teoría de la conspiración al vincular a Ellie con Hadden y presumir que esta fingía una experiencia que nunca sucedió para sostener la teoría de la vida extraterrestre. Un detalle deja Sagan deslizar para crear la duda razonable: la cámara en el casco de Ellie tiene dieciocho horas de grabación de estática, cuando la caída de la capsula al océano duró apenas unos segundos.

Lo que deseo destacar de esta tercera experiencia del conocer es que Ellie pasó de ser una científica afianzada en el objetivismo y en negación de la fe religiosa, a una mujer que sostenía haber vivido una experiencia de conocimiento no comprobable bajo los principios científicos que ella misma defendía. ¿Qué sucedió? Ellie experimentó el conocer por revelación. De ahí que ella defendiera su experiencia a pesar de contrariar los fundamentos en los que ella misma cree. Este tipo de conocimiento por revelación está más cerca de la experiencia mística que las otras dos, por ello, cuando ella contempla los paisajes de otros planetas afirma que no debieron enviar a un científico, sino a un poeta (en la versión cinematográfica).

Hasta aquí todo queda en especulación basada en ficción; sin embargo, un hombre de ciencia dura como el físico Jorge Wagensberg define en su libro «Ideas sobre la complejidad del mundo» (1985) tres formas de conocimiento que se corresponden perfectamente con las tres formas del conocer referidas por Carl Sagan. Estas tres formas de conocimiento son: científico, artístico y revelado.

El conocimiento científico es para Wagensberg aquel con mayor grado de inteligibilidad y por ende con posibilidades de comunicabilidad y entendimiento entre mayor número de personas (lo que conocemos como Comunidad Científica). Al amparo del conocimiento científico como meta se establece un discurso con conceptos y términos perfectamente comprensible por la mayoría de los participantes en la comunidad científica dada. A través de sus teorías se comparte una comprensión común del entorno.

No obstante, el mismo Wagensberg enuncia y explica las limitaciones del conocimiento científico. La construcción de términos y conceptos se agrupan en un metadiscurso que termina reduciendo las posibilidades de interpretación del mundo, de su funcionamiento y características. Es decir, el discurso científico es un lenguaje dentro del lenguaje (metadiscurso) a partir del cual nombramos y comprendemos al mundo. Ese discurso es la forma más eficaz que se ha hallado para avanzar en el entendimiento del entorno y comunicar estos avances, pero al mismo tiempo se ha convertido en una trampa que condiciona lo que percibimos del entorno a un puñado de posibilidades de explicación. Si lo percibido (el fenómeno) no se ajusta a las posibilidades de interpretación, se aparta como un misterio hasta que el discurso mismo permita la inclusión de nuevas variables y conceptos que expanda las posibilidades interpretativas. La metáfora (figura retórica propia de la literatura) es uno de los medios más eficaces para zanjear el discurso científico y sumar nuevos horizontes a la realidad (fenómeno) estudiada (o).

Como el mundo está antes del conocimiento científico, es indudable que muchos de sus fenómenos no podrán ser comprendidos y mucho menos difundidos por el discurso científico. Es frente a esos extraños fenómenos que el conocimiento científico se agota, se desgasta, enmudece. Se hace necesario otras formas de conocer. Wagensberg propone el arte como una forma distinta de aproximarse a aquellos fenómenos que la ciencia no puede explorar. El artista percibe el mundo desde una interrelación imposible de predecir por la ciencia; ve en una hoja un tobogán o en el sonido de unos pasos sobre la plataforma de un puente en ritmo musical. El arte es una forma más eficaz de captar la complejidad del mundo, de las interrelaciones entre sus partes.

La diferencia entre el conocimiento científico y el conocimiento artístico radica en que el primero tiene un alto grado de inteligibilidad mientras que el segundo reduce significativamente esa cualidad, convirtiéndose en un conocimiento altamente ininteligible, y por ende, reduciendo la cantidad de participantes en la transmisión de este tipo de conocimiento. El discurso artístico, centrado más en el sujeto que contempla que en el mundo contemplado, adolece de términos inequívocos o, en aquellos términos claramente comprensibles puede agregar nuevas acepciones de un artista a otro y en el mismo período de tiempo. Esta imprecisión en el lenguaje artístico es una debilidad y una fortaleza. Debilidad, por cuanto impide que la comunidad se expanda rápidamente como ocurre con los científicos. Por el contrario, la comunidad artística tiende a ser pequeña. Fortaleza, porque su imprecisión permite que los sujetos sean más libres al momento de comprender determinado fenómeno. En la obra de Sagan vimos cómo la ciencia fue incapaz de aportar la estrategia para acceder al acertijo planteado por los veganos. El conocimiento artístico salió en su auxilio. Es así como Wagensberg propone la relación entre estos dos tipos de conocimiento, una relación en superposición, el artístico está por encima del conocimiento científico.

Ver a Jodie Foster interpretando a Ellie en ese juicio de la adaptación fílmica de Contact es verdaderamente conmovedor. Ver a alguien asegurar algo que, sin embargo, no puede demostrar, ni puede comunicar con exactitud, es lo que Wagensberg propone como conocimiento revelado o conocimiento por intuición. Los ejemplos son numerosos en la historia de la Humanidad y citarlos como prueba irrefutable es en sí mismo un riesgo por la naturaleza de este tipo de conocimiento y por la falta de pruebas irrebatibles, en términos científicos. Cuando le preguntan a Jesucristo por la verdad, solo guardó silencio; Juana de Arco nunca pudo explicar el origen de la voz que le orientaba en la guerra.

Si entre el conocimiento científico y el artístico hay un salto en la comunidad que lo comparte por el mayor o menor grado de inteligibilidad, entre estos conocimientos y el conocimiento revelado la diferencia es abismal. La comunicabilidad del conocimiento obtenido por revelación es casi imposible. Solo se puede asegurar la certeza de ese conocimiento, sin poderlo demostrar. Esa sensación de inconclusividad que nos deja la obra Contact, en la que Jodie Foster se repite una y otra vez que sí viajó por el espacio, como si tratara de convencerse, es lo que nos abre a nuevas posibilidades de aprehender el mundo (entorno) para dejar de temerle por desconocimiento. Para Sagan toda forma de conocimiento debe ser al mismo tiempo un autodescubrimiento personal e íntimo. Tal vez entonces comprendamos, como dice Sagan, que «La ausencia de evidencia no es una evidencia de la ausencia».