Más apuntes breves sobre temas de cine

Publicado el 28 enero 2011 por Manuelmarquez
* Esta entrada fue publicada originariamente, en mi antiguo blog, y bajo la etiqueta  "Grageas de cine", el 22 de enero de 2006.
- Movido por la curiosidad surgida tras el visionado reciente de Eros -proyecto del cual fue principal impulsor, amén de autor del primero de sus capítulos-, me dispuse, hace unos días, a ver, en pase televisivo, Blow-up -prescindiré del sobretítulo que le "asestó" la distribución española de la misma (Deseo de una mañana de verano): las navidades ya han terminado, y los anuncios de perfumes guardan un merecido (para sus sufridores) descanso...-, el celebradísimo film que, a mediados de los 60' del pasado siglo, consagrara a Michelangelo Antonioni como director internacional de culto con el marchamo de "Autor", así, con mayúsculas. Poco menos de dos horas después, ya había podido comprobar, amén de mi catadura de auténtico super-héroe (les aseguro, sin ánimo de parecer presuntuoso, que llegar hasta el final despierto sólo está al alcance de quienes ostentan tal condición), que la infumabilidad no era algo que el cine del director italiano hubiera adquirido con el paso inexorable de los años, sino que se trataba de una característica que ya estaba inscrita en sus "genes fílmicos", y que, por tanto, afectaba de manera plena a su producción de cuarenta años atrás. Si Antonioni pretendía, con su película, reflejar algunos elementos de la condición humana particularmente caros a una buena parte de la intelectualidad de la época -el hastío existencial, el vacío vital, la desorientación personal (anímense, y, sin necesidad de excesivo esfuerzo, añadan dos ó tres más de tenor similar: es divertido...)-, y ofrecer un retrato fiel de ciertas tendencias estéticas (sobre todo, en el campo de la moda), doy fé de que lo consiguió, y de manera rotunda. Eso sí, no hubiera estado de más que, además de la deslumbrante presencia de una casi debutante Vanessa Redgrave, hubiera añadido alguna ligera partícula de eso que el común de los mortales entiende por cine. Hubiera sido muy digno de agradecimiento, y, además, es muy probable que el celuloide utilizado no hubiera envejecido de una manera tan inclemente. En fin...
- El pasado 13 de enero, en Málaga, daban inicio las representaciones -que se desarrollarán, a lo largo de los próximos meses, en diversos puntos de la geografía española- de la obra teatral 84 Charing Cross Road, que, basada en una recopilación epistolar de la escritora estadounidense Helene Hanff, cuenta con la dirección de Isabel Coixet y las interpretaciones de Carme Elías y Josep Minguell.
Sabedor del inmenso amor por la palabra que la directora catalana profesa (no sólo en la medida en que ella así lo ha manifestado, reiteradamente, sino a través de las demostraciones que de ello hace su cine), así como de su talento para contar historias (y en ésta ha debido afrontar un reto verdaderamente difícil: no es sencillo poner en pie un armazón narrativo basado en un intercambio de dos cartas entre dos personas, por muy interesantes y valiosos literariamente que tales textos puedan llegar a ser), no me cabe ninguna duda de que la obra ha de merecer la pena, y mucho. Y, en cualquier caso, más allá de sus calidades -que ardo en ganas por contrastar y sopesar personalmente-, la actitud de la Coixet denota un arrojo envidiable: si poco frecuentes son las alternancias habituales entre cine y teatro a nivel interpretativo, menos aún lo son (ni siquiera con carácter puntual o episódico) las que atañen a los responsables de la tarea de dirección. Vaya pues, desde aquí, mi aplauso y reconocimiento.
- Tras una larga temporada sin tener ocasión de aparecer por una sala de cine (mi última asistencia a una de ellas se remontaba al mes de noviembre del pasado año: llover, ha llovido muy poco, por desgracia, pero tiempo sí que ha pasado...), tuve ocasión, por fin, de volver a disfrutar de tal placer el pasado jueves. ¿La elección? Cuando uno es consciente de que los cartuchos en la canana son, a todas luces, escasos (por no decir que de una pobreza pírrica), no queda más remedio que intentar hilar muy fino, y, fundamentalmente, apostar sobre seguro. Así que no había mucha alternativa: la última de Woody Allen. Por mucho que el maestro ande flojeando en sus últimas entregas, siempre cabe esperar de un mago que se saque algún conejo de la chistera, ¿no?. Pues bien, amigos lectores, ni mago, ni chistera, ni nada que se le parezca. Match point me decepcionó, y de forma contundente, sin paliativo alguno. Sin entrar en profundidades ni detalles, sobre los cuales me extenderé en una crítica más amplia, sí que he de manifestar mi profunda tristeza ante la constatación de una decadencia (¿pasajera? ¿definitiva?) que siempre duele más cuando atañe a un autor con cuya obra se ha disfrutado enormemente. Una auténtica pena.
- Y, para terminar, una recomendación. A todos aquellos de ustedes, amigos lectores, que tengan acceso a las emisiones de TVE-2, quisiera rogarles encarecidamente que, si las circunstancias se lo permiten (y, en caso contrario, no dejen de tirar del manual de instrucciones de sus magníficos aparatos de grabación-reproducción de imagen, sea en el formato que sea...), y no la han visto aún (y, si lo han hecho, tampoco hay excesivo problema en repetir el visionado), no se pierdan la película que esta próxima madrugada (concretamente, a las 0'35 horas), y dentro del ciclo dedicado al genial director aragonés Luis Buñuel, programará dicha cadena: El ángel exterminador. Les dejo aquí un enlace a un artículo dedicado, parcialmente, a ese film (publicado recientemente en Ciberanika), y en el cual me extiendo en algunas consideraciones acerca del mismo (sin entrar, tampoco, en excesivas profundides), pero, en todo caso, se trata de una de las obras más demoledoras y vitriólicas de un director que, muchos años antes de que se inventara la etiqueta esa de lo "políticamente correcto", ya se encargaba de aplicarle cañonazo tras cañonazo (y sin la más mínima misericordia). Siéntense, disfruten y feliz semana, amigos.
* APUNTE DEL DÍA: arranca el fin de semana. No sería mala cosa, no, dejarse caer por alguna sala de cine (aunque la cartelera, francamente, no sea demasiado entusiasmante).
* Grageas de cine II.-
* Antecedentes penales (El viejo glob de Manuel) VII.-