Mas datos históricos que ratifican la sangre jijona en la ganaderia de peñajara

Por Zubi
Por José Luis Prieto Garrido
A mediados del siglo XVII, se tiene constancia escrita de que la ganadería creada por don Juan Sánchez - Jijón de Salcedo y don Pedro Jijón González, fue heredada sin apenas división, por sus hijos Juan Jijón de Salcedo y Pedro Jijón González.
Como bien indica Juan Carlos Gil González, estudioso de esta Casta Fundacional, estos dos ganaderos desarrollaron su labor hasta 1684, dejando la ganadería consolidada y habiendo fijado ya en su ganado unas particularidades propias por selección que las hacía reconocibles como reses de casta Jijona.
Mas tarde, la ganadería quedaría dividida en tres partes. Una correspondería a Juan y José Jijón Salcedo, otra a Blas Antonio Jijón y la tercera a Cristóbal Jijón González.
Avanzando en el tiempo, llegado el siglo XVIII, concretamente entre los años 1743 y 1786, la ganadería pasa a manos de Miguel Sánchez Jijón, y mas tarde a las de su hermano José, ambos sobrinos de José Jijón de Salcedo.
Los toros jijones “presentaban su piel rojiza encendida, tonalidad que las separaba del resto de castas fundacionales, y de voluminosa presencia. Tipo mas bien basto, con un esqueleto desarrollado, de huesos anchos y alzadas grandes y fuertes. Presentaban unas encornaduras finas, acarameladas, muy desarrolladas, cuyos pitones apuntaban en su terminación hacia arriba, es decir, eran ligeramente veletos”.

Mas tarde, la ganadería es heredada por doña Leonor del Águila, esposa de José, quien la mantiene hasta 1822, fecha en que es vendida a doña Manuel de la Dehesa, dejando de esta manera de pertenecer a la familia que durante mas de un siglo la había consolidado.
Dos años mas tarde, Manuel Gavira, Marques de Casa Gavira, adquiere las ganadería encumbrándola en las cotas más altas de demanda hasta mediados del siglo XIX. Es la época en la que el Duque de Veragua y el Marqués se disputan la hegemonía y el prestigio de las principales plazas.
A mediados de los cincuenta, Julián Casas El Salmanquino, compra la ganadería a Gavira, momento en que comienza la preocupante decadencia de la misma, debido fundamentalmente a la revolución de la Fiesta por parte de los toreros. Ya no era preparar al toro para la muerte. Ya demandaban ejemplares nobles, mas fijados en los engaños y menos bruscos y violentos.
Ildefonso Sánchez Tabernero adquiere la ganadería y la cruza con reses de Contreras - Murube. Avanzamos en el tiempo y es en 1852, cuando Vicente Martínez, hombre de negocios, inteligente  donde los haya, decide hacerse ganadero. Para ello adquiere la ganadería de Juan José Fuentes , pura Jijona vía Díaz-Hidalgo. En 1875 cruza sus vacas con un toro berrendo en negro llamado “Español”, de Joaquín Pérez de la Concha  (vazqueño), lo que favoreció la aparición de ese pelaje.
En 1904, en manos de Luis Gutiérrez, incorpora a la ganadería los sementales “Diano” y “Dudoso” de don Eduardo Ibarra, con excelentes resultados, a los que siguen “Vinagrero” y “Ramito”, igualmente de origen ibarreño pero adquiridos por  Fernando Parladé.
Volvemos a dar un salto en el tiempo, y nos trasladamos a pleno siglo XX. Tras la guerra española del 36, la ganadería queda muy diezmada, pero sin llegar a desaparecer, en manos de Julián Fernández Martínez, y de este a Jerónimo Díaz Alonso, quien incorpora a su ganadería originaria de origen Contreras  58 eralas de la ganadería adquirida a Julián, procedente de uno de los tres lotes en que se había dividido la ganadería de Vicente Martínez (puro Jijona, vía Díaz-Hidalgo).
Finalmente, al concluir la guerra civil, la ganadería de Jerónimo pasa a manos de Manuel González “Machaquito”, y de este, en 1957 a Baltasar Ibán. Es decir, le llega dicha ganadería de origen Contreras, con las eralas de Julián Fernández Martínez, puro Martínez (puro Jijona), que había mezclado con sangre Vistahermosa procedente de Ibarra y Parladé.
Es en 1977 cuando Manuel Rueda compra un lote de vacas y sementales de Baltasar Ibán. La Facultad de Veterinaria madrileña representa un referente en estudios científicos , y mas concretamente en estudios de ADN. Si se ha realizado un estudio, en el que previamente se valorado la pureza de 79 ganaderías, y que concretamente, en el caso de Peñajara se ha observado un 82% de grado de pureza respecto de Baltasar Ibán, lo que significa que cuenta con un 18% de otras sangres, y visto lo anterior muy posiblemente esas 58 eralas procedentes de Julián Fernández Martínez  (puro Jijona vía Diaz-Hidalgo), estén dando reses bravas muy similares a los originarios troncos jijoneses (Juan Carlos Gil González). Además, Peñajara genéticamente no procede directamente de Baltasar Ibán, sino de uno de los troncos comunes del estudio genético.
Bien es verdad que pienso, que mas que “Peñajara de casta Jijona” esta ganadería debería denominarse “Peñajara de encaste Jijón”, al intervenir en las mismas sangres de otras procedencias. (José Luis Prieto Garrido). A nadie corresponde la total atribución de la razón. Desconozco, es mas ignoro y tengo mis dudas, si la historia hace fiel reflejo de la realidad acontecida a lo largo de los siglos, pero lo que si tengo muy claro es que en el siglo XXI, el ADN es la prueba mas fehaciente y mas veraz para sopesar y valorar el transcurrir, la evolución y la identidad del soma humano y animal, y si el inagotable Rilke advirtió que la poesía era algo mas que sonoridad intraductible, la genética... ¿por qué no nos puede retroceder al pasado y vivificar una vez mas, aunque solo sea en unas fecundas gotas, la casta Jijona?. Los sueños son...pero a veces se cumplen (Juan Carlos Gil González).