Miguel Fernández y Joaquín Martínez visitan el colmenar del apicultor santomerano. /
EDU BOTELLA / AGMLa Asociación de Apicultores reclama un pacto regional para regular el uso de pesticidas en épocas de floración
MARTA SEMITIELMurciaDomingo, 22 abril 2018, 09:51Las abejas, insectos tan odiosos como necesarios, están empezando a desaparecer. Hace tiempo que las voces más ecologistas de la sociedad europea comenzaron a advertirlo: El 37% de la población de antófilos está en peligro. Las razones principales son, según afirma la campaña de Greenpeace #SOSabejas que ya han firmado más de 450.000 personas, «la pérdida y deterioro de sus hábitats, y las prácticas de la agricultura industrializada».Una alarma que afecta cada año a la Región de Murcia, sobre todo en época de floración, en la que mueren alrededor de 700 millones de abejas a causa de las fumigaciones agrícolas con pesticidas. Así lo han confirmado desde la Asociación de Apicultores, donde estiman que la mortandad afecta a «entre un 15 y un 20% de la población regional de abejas».Según datos de 2017 proporcionados por la Consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente, el sector de la apicultura en la Región aglutina 101.549 colmenas. En cada una de ellas «viven alrededor de 50.000 abejas en época de floración», asegura Miguel Fernández, técnico veterinario de la Asociación de Apicultores.
Pérdidas de 15.000 euros anuales
Desde la Consejería insisten en que «la Región de Murcia es la única comunidad que tiene establecido un plan de control sobre el uso de los productos fitosanitarios en plantaciones en el momento de la floración, para comprobar que se emplean productos autorizados y con las especificaciones que aprueban en las etiquetas. En los momentos de floración de las especies, informamos semanalmente a los agricultores de las medidas preventivas que tienen que adoptar para minimizar los efectos sobre las poblaciones de abejas, procediendo a abrir expedientes sancionadores a aquellos productores que no las han realizado».
El apicultor camina hacia sus colmenares. /
EDU BOTELLA / AGMCieza, Santomera, Mazarrón y Sucina han sido los municipios con más mortandad de antófilos durante los últimos meses. Sin embargo, a pesar de las garantías de la Consejería, Fernández asegura que «muchos apicultores no quieren denunciar porque están cansados de que no sirva para nada. Cuando se pone una denuncia, la Consejería recoge muestras de las abejas muertas y al tiempo da una respuesta. Y normalmente esa respuesta es que la utilización del pesticida en cuestión está permitida, así que nunca hay responsables de la muerte de las abejas».Joaquín Martínez es uno de los apicultores de Santomera que ha visto mermar este año la población de su colmenar a causa de fumigaciones agrícolas: «Llegué una mañana y me las encontré muertas a montones en el suelo. Todos los años mueren algunas, pero nunca me había pasado a estos niveles, nunca había perdido tanta cantidad y es algo que los apicultores no podemos seguir consintiendo», clama.La miel de azahar que producen sus insectos es famosa en la zona. Sin embargo, este año la muerte de sus abejas ha mermado en dos tercios sus ganancias anuales: «En total he tenido unos 15.000 euros de pérdidas entre la miel que no he podido producir, los enjambres que no he podido vender y la inversión que he realizado para mantener las colmenas durante todo un año».
Los atomizadores: el gran enemigo
En la Asociación de Apicultores saben que cualquier fumigación puede afectar a las abejas, «el gran problema lo tenemos cuando se produce con atomizadores en campos de cultivo grandes, que crean nubes de producto fitosanitario entre los árboles y cualquier abeja que entre en contacto con esa sustancia muere por intoxicación», explica Fernández.
Miguel Fernández y Joaquín Martínez en la finca de este. /
EDU BOTELLA / AGMLos pesticidas afectan al sistema nervioso de las abejas pecoreadoras, encargadas de alimentar a la colmena, y las que no mueren al momento, «se desorientan y no pueden volver a su colmena, con lo que acaban muriendo también. Las que consiguen llegar, acaban muriendo igualmente en la puerta de la piquera, porque al estar infectadas, las hermanas no las dejan entrar».A pesar de las pérdidas, el sector apicultor no pretende declarar la guerra a los agricultores, sino todo lo contrario. «Ambos necesitamos de la existencia de los otros. Nuestras abejas se alimentan de sus flores y ellos nos necesitan para la polinización, por eso urge un pacto que obligue al cumplimiento de buenas prácticas en el uso de fitosanitarios», considera Fernández.
La necesidad de un pacto regional
Limitar el uso de pesticidas y establecer de una franja horaria para su aplicación sería suficiente para reducir la mortandad de antófilos. «Lo que queremos es que se obligue a utilizar fitosanitarios no agresivos y que, en épocas de floración, o se prohíba el uso o solo se fumigue al atardecer o por la noche, con eso ya evitaríamos mucho.
Ya existe un acuerdo así, que se aprobó el año pasado y que se aplica en parte del Campo de Cartagena y Lorca. Solo necesitamos extenderlo a toda la Región«, explica el veterinario.Hace un par de años que la Consejería inició «un código de buenas prácticas agrarias para el fomento de la apicultura en el entorno de plantaciones agrícolas en la Región de Murcia. El texto incluía medidas para ambos apicultores y agricultores, pero finalmente no fue asumido por los sectores». La réplica de Fernández es contundente al explicar que «no firmamos aquel acuerdo porque ponía en tela de juicio que la culpa de la muerte de las abejas era en parte de los apicultores, y por supuesto que no estábamos de acuerdo, además, aquel código no cambiaba en nada la situación actual, ya que solo aconsejaba buenas prácticas sin llegar a obligar su cumplimiento».Desde la Consejería insisten en que su «propuesta se basa en establecer un sistema de comunicación por parte de los apicultores en cuanto al lugar donde se ubican e incrementar las medidas de precaución que deben ejercer los agricultores en cuanto a la selección de productos fitosanitarios que sean compatibles con la fauna útil y polinizadores. También sugerimos especificar los momentos del día en que se efectúen los tratamientos e informar a los apicultores para la adopción de medidas preventivas. Desde el Gobierno regional entendemos que la solución está en el respeto entre los intereses de ambos sectores en beneficio del medio ambiente, lo que estamos propiciando mediante la promoción de este código de buenas prácticas y mediante las campañas de control».Las buenas intenciones institucionales no son suficientes para el apicultor de Santomera, que tiene claro que no va a volver a consentir una mortandad tan grande como la de este año en su colmenar. Su ultimátum es tajante: «Al próximo que me mate a las abejas, lo llevaré al juzgado. Porque si nadie toma medidas para evitarlo, habrá que actuar en consecuencia. Ellos fumigan para proteger sus cosechas y nosotros lo entendemos, pero también tenemos que proteger la nuestra».