Se estima que los más de cinco mil periodistas representan a unos 1.000 medios de comunicación, lo que permitirá que el seguimiento se haga en 24 lenguas diferentes. La sala prensa está habilitada con 14 pantallas de televisión, 25 ordenadores, 10 cabinas, 6 estudios, 28 puestos abiertos y una zona abierta para las emisoras de televisión.
El choque entre lo tradicional y lo moderno se da cita en este evento, ya que al preparadísimo ritual de nombramiento no le van las nuevas tecnologías. Y es que según parece el gran dolor de cabeza de los periodistas es el acceso a internet, donde están teniendo problemas porque no hay cobertura, dado que a pocos metros está el Aula Pablo VI, donde los cardenales celebran las congregaciones y donde se han instalado inhibidores de frecuencia para que no puedan tener ningún tipo de comunicación con el exterior.
Esto acarrea situaciones tan "informativas" como la de saber cuándo se han acabado las reuniones de los cardenales, que suele ser a mediodía, porque a partir de ese momento todos los móviles vuelven a tener cobertura. En ese periodo de "in-comunicación" los periodistas sólo pueden enviar información a través de internet por cable que facilita el Vaticano, lo que retrasa el trabajo. Para dar la información en tiempo real, muchos corresponsales tienen que alejarse unos 100 metros de la sala de prensa, lo que supone tener que salir del recinto asegurado y , por lo tanto, volver a él una vez acabada el reports. El problema es que se tiene que pasar de nuevo un control de seguridad muy estricto.
Son "pequeños" problemas para este gran acontecimiento, donde el Vaticano quiere dar la imagen de una institución pegada a la realidad, apostando por la facillidad informativa, aunque respetando las milenarias tradiciones.