Mas de Daumas Gassac, un GRAND CRU

Por Mark Mark O´neill @thewineplacees

Acabo de volver de Aniane, cerca de Montpellier, en el sur de Francia, donde estuve visitando Mas de Daumas Gassac, una bodega de esas que tenía en mi lista de "obligatorio visitar".

No es habitual que una sola persona sea capaz de cambiar la opinión que el resto del mundo tiene de una zona vitivinícola concreta. Aimé junto con su esposa, Véronique Guibert, lo han conseguido con los vinos de Mas de Daumas Gassac.

Su historia comenzó en 1971, cuando esta pareja de emprendedores decidió comprar y renovar una propiedad que comprendía una casa y un molino con más de 300 años de historia rodeados de 60 hectáreas de terreno, en su mayoría boscoso, en las colinas del valle de Gassac. Este sería su nuevo hogar.

Su intención fue desde el primer momento invertir en la tierra planteándose tipos de cultivos. La zona de Languedoc Roussillon era hasta entonces famosa por producir gran volumen de vinos de calidad mediocre, así que los viñedos no parecían ser un buen plan de negocio.

La familia Guibert no tenía experiencia en el mundo del vino, pero buscaron el asesoramiento de los mejores expertos en la materia. Al primero que consultaron fue al profesor Henri Enjalbert, un famoso geólogo de Burdeos y considerado como el mayor experto que haya habido nunca en el estudio de la relación del suelo y la viña. El profesor Enjalbert quedo fascinado por la pureza del suelo, llegando a compararlo a los mejores suelos de Borgoña.

En 1972 se robó al bosque terreno para plantar el primer viñedo, denominado "Peyra Fioc" o "Piedra de Fuego" en honor a las chispas que desprenden las rocas del terreno al chocar unas contra otras. La primera plantación fue de Cabernet Sauvignon con cepas seleccionadas de las mejores zonas de Burdeos.

La familia Guibert trabajó lo indecible para convertir la casa en un hogar para sus nueve hijos, al tiempo que en el molino establecieron la bodega, aprovechando las condiciones naturales de frescor y humedad que el rio les proporcionaba.

Se prepararon concienzudamente estudiando los suelos, las viñas y las posibles formas de elaboración. En 1978 estaban listos para su primera vendimia y como anteriormente, buscaron el asesoramiento del mejor, el profesor Emile Peynaud, que por entonces sólo trabajaba con las mejores bodegas de Burdeos como Chateau Margaux, y aunque el Profesor Peynaud estaba muy ocupado y el Languedoc no le seducía demasiado, fue tal la insistencia del Sr. Guibert que finalmente acepto el trabajo.

Al igual que el profesor Enjalbert, supo reconocer la pureza del suelo y el microclima que rodeaba el viñedo y que proporcionaban las condiciones ideales para la creación de un gran vino. Su mejor legado fue enseñar al Sr. Guibert como catar durante la elaboración, ya que es ahí donde reside el secreto para la toma de decisiones fundamentales.

Los comienzos del negocio no fueron fáciles porque los precios no correspondían a los que la gente acostumbraba a pagar en la zona del Languedoc, pero la determinación y la persistencia, además de las artes comunicativas del Sr Guibert, fueron dando su fruto.

Años después encontramos sus vinos en los mejores restaurantes, no solo de Francia, sino de todo el mundo y las críticas los sitúan entre los mejores del país Galo.

Quién hubiera imaginado hace 46 años que hoy en día los vinos se venderían nada más alcanzar el mercado y estando presentes en los mejores restaurantes de todo el mundo.

Desgraciadamente el Sr Guibert falleció el año pasado, pero la bodega sigue en manos de sus hijos que continúan con orgullo el gran trabajo que inició su padre.

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