Sánchez ha asegurado que el crecimiento económico de España seguirá siendo robusto y que su Ejecutivo no es un mero “accidente”, sino que en esta legislatura va a sentar las bases para “la gran transformación” que exige España hasta el año 2030.
La afirmación del líder socialista, realizada el pasado fin de semana en Asturias, merece una lectura sosegada considerando la interpretación posible de los términos utilizados por el Sr. Sánchez, político profesional donde los haya, y verdadera ave fénix, resurgida de sus cenizas. Considera que el ejecutivo no es un “mero accidente”, y tiene razón, es el resultado de una mociòn de censura en la que obtuvo los votos pactando con quienes semanas antes, afirmaba no solamente la imposibilidad de llegar a acuerdos, sino simplemente la de sentarse a dialogar con los representantes de tales formaciones. El verdadero accidente fue la prosperidad de dicha moción con el menor número de escaños obtenido por el Partido Socialista en la historia de nuestra democracia, incumpliento además, la promesa de convocar unas elecciones generales en breve espacio de tiempo, idea que se vio rápidamente modificada una vez alcanzó a ser inquilino de la Moncloa.
“La gran transformación” que exige España posiblemente no era el crecimiento económico y de empleo que consiguió la administración popular, que incumplió muchas de sus promesas electorales, pero evitó un rescate como el que colocó a Grecia en la cola de la Unión Europea; posiblemente dicho cambio tan necesario, sea la prolongación del resultado de sus primeros cien días de gobierno, con marcadas pérdidas de la bolsa, incremento del paro -algo que no se había producido en el mes de Agosto hasta que se consiguió por parte de una administración progresista- y descenso del turismo. Si el futuro que nos espera sigue en la línea de estos tres primeros meses, uno se aputará al tercio.
Ojalá se equivoque.