RENÉ PAPE
Ciclo de Recitales Líricos. René Pape, bajo; Camillo Radicke, piano. Programa: Diez lieder (tres de ellos de El canto del cisne) de Franz Schubert; Tres lieder sobre poemas de Miguel Ángel Buonarroti de Hugo Wolf; Los amores de un poeta de Robert Schumann. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Domingo 24 de enero. Aforo: Dos tercios de entrada.
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MÁS DRAMA QUE LIRISMO EN EL RECITAL DE RENÉ PAPE
Triunfador en teatros de ópera de medio mundo, dominador en los últimos años de los grandes papeles wagnerianos de bajo, el alemán René Pape (Dresde, 1964) ofreció en Sevilla el primer recital camerístico que hace en España. Desconozco la relación que Pape tiene con el universo de la canción de cámara, aunque sospecho que es un terreno que no ha frecuentado aún demasiado y en el que, en cualquier caso, le queda mucho por andar.
Las condiciones vocales del bajo alemán son desde luego impresionantes: voz grande en potencia, de tesitura generosa, con un hermoso color oscuro que no sufre merma en los extremos del registro, pero el lied requiere una flexibilidad muy especial, un uso de la media voz y un tratamiento de los reguladores que Pape no posee todavía en el nivel de los grandes maestros (actuales y pasados) del género.
Sus condiciones vocales y su estilo le sientan especialmente bien a los temas más dramáticos, a esos en que la expresión del dolor o la desesperación se hace lacerante, a los que piden el empleo de la declamación. Por ello fueron extraordinarios su Der Atlas y su Prometheus de Schubert o los tres lieder de Wolf (lo mejor de la noche), pero también esos momentos hondos y desolados del espléndido ciclo de Schumann, como "He llorado en sueños". Sin embargo, las canciones más ligeras y tiernas, esas que piden apianamientos y medias voces o articulaciones mucho más marcadas le quedaron un tanto rígidas, como Ständchen y An die Musik de Schubert, o severas como Heidenröslein, también del músico vienés, o "En el maravilloso mes de mayo", la que abre el ciclo schumanniano. Con todo, fue en Schumann donde Pape supo encontrar los matices más delicados para las piezas claras y luminosas. Camillo Radicke empezó algo encorsetado con Schubert, creció con Wolf y lució de forma soberbia en Schumann.
[Publicado en Diario de Sevilla el lunes 25 de enero de 2010]
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