Las declaraciones de Pelé, que a cada minuto le agrega más goles a su propio palmarés, diciendo que cuando Messi convirtiera la misma cantidad de goles que él y ganara la misma cantidad de mundiales, recién ahí, podría comparársele, son una demostración de la pésima memoria del brasilero. Messi, al igual que Maradona, no tuvieron la suerte que tuvo Pelé de poder jugar rodeado de extraordinarios futbolistas, esos a los que ahora siquiera tiene el agrado de recordar, esos a quienes debería estar agradecido, porque aún cuando Pelé habría sido igual de genial sin ellos, con Vava, Didi, Garrincha, Gerson, Tostao, y Rivelino, entre otros, todo le resultó mucho más fácil.
Nadie que entendiera un poco de fútbol negaría a Pelé como un genio entre los genios dentro de una cancha, es triste que él se negara a sí mismo la grandeza, al menos fingida, que podría tener afuera. Mientras tanto, palabras como las de Pelé no hacen más que eludir los análisis profundos del juego, y alimentar la necesidad mediática de manipular la realidad del fútbol mediante la indiscutible estadística.
El pequeño maestrito, el de la zurdita de goma, el flaquito imparable del Barcelona, que no se amedrenta ni aunque lo pisen, que no ganó un mundial y cabe la posibilidad de que nunca llegara a ganarlo, que tal vez tampoco llegara a superar los goles del gran jugador brasilero, con muchísimos años menos, ya es más grande que Pelé: