D. Arturo se pasa las sentencias judiciales por el santísimo arco de triunfo, porque entiende perfectamente la diferencia entre un político y un político catalán, claro. Los independentistas, nacionalistas, separatistas, o como quiera llamárseles, ungidos por el destino para salvar su ridículo reino de taifas, quedan por encima del bien y del mal, de las naciones,, de los presidentes, y por supuesto, de los jueces y tribunales, por quienes se vieron siempre tratados con una inexplicable tolerancia. Carmen Chacón piensa como el Sr. Mas, considerando un atentado a la convivencia y al consenso algo tan exagerado como que se pueda estudiar en este país en español. Reinas ofendidas, princesas caprichosas de la política, siempre son capaces de ignorar lo que hace su mano izquierda mientras esquilman a los representantes de un Estado más preocupados de que no se les mueva su sillón, que de solucionar los problemas de los españoles en general. Este modo de vender las ideas en las cloacas de la política, es también propio de los vascos, quienes mucho más francos, le pusieron precio: Apoyaron a Zapatero a cambio de cuatrocientos setenta millones de euros, publicándose la noticia, algo que no hubiese consentido el político catalán, más digno en apariencia. Después Montilla lleva a sus hijas a un colegio en el que la lengua vehicular es español y se estudia además, inglés y alemán. Las salidas para los hijos de los políticos, como los de los cantantes y actores, es más fácil que para quienes gozan de la libertad y disfrutan los derechos de su idiosincrasia pueblerina, mientras no llegan más allá de Granollers con una lengua minoritaria y el resto de Europa habla inglés. Glorioso.