Cuando llegan las primeras noches de frío del otoño, ya se puede dar por terminada la temporada de verano del huerto escolar. Muchas plantas comienzan a deteriorarse, entre ellas las tomateras, y los frutos que quedan en las matas ya difícilmente van a madurar. En el huerto escolar, igual que en el huerto familiar, hay que intentar aprovechar todo. Los tomates verdes que hemos recogido al arrancar las tomateras pueden aprovecharse fundamentalmente de dos formas, encurtiéndolos en vinagre o haciendo mermelada. Me he decantado por esta segunda opción y en esta entrada voy a mostrar cómo puede hacerse mermelada de tomates verdes.Proceso de elaboración de la mermelada. Lavar los tomates, quitarles las partes feas y trocearlos. No hace falta pelarlos, la piel se separa fácilmente cuando trituremos la pulpa. Pueden quitarse también las semillas, según la textura que quiera obtenerse, en este caso las dejo. Poner los tomates troceados en una olla, no hace falta añadir agua. Se cuece a fuego medio al principio y luego a fuego lento; removiendo para que no se pegue al fondo de la olla. Cuando empieza a salpicar a borbotones debemos retirarlo (una media hora).Se pasa por un pasapuré o por batidora, según la textura que queramos obtener. El pasapuré deja la pulpa más grumosa; con el pasapuré, además, separamos los trozos de piel que no se hayan deshecho. Pesamos la pulpa de tomate resultante.Lo ponemos otra vez en el fuego, añadiendo azúcar en una cantidad que será entre la tercera parte y la mitad en peso de la pulpa de tomate. Se remueve bien.Añadimos el zumo de un limón, que actúa como cristalizador de la mermelada.Removemos a fuego lento hasta conseguir la textura deseada (entre 20 y 30 minutos). Se retira del fuego y se envasa en tarros de cristal la cantidad de mermelada que queramos guardar. Para mantenerlo en buen estado durante meses se puede hacer el vacío calentando los tarros al baño maría; otra opción es llenar los botes hasta el borde, cerrar bien la tapa y ponerlo durante unos segundos boca abajo, así también se conserva al vacío. Ha salido una mermelada riquísima.