Como ya comenté en mi anterior post, este método es algo más suave que el que se utiliza para enseñar a dormir, pues al menos no se pide que se deje llorar al niño, aunque tampoco me agrada y ahora comprenderéis por qué.Paso a explicaros un poco de qué se trata este método.Se trata de nuevo, de otra de sus malditas tablitas de tiempos con las que se pretende esta vez “enseñar a comer a los niños desde los seis meses”.Eso si, pase lo que pase y se obtengan resultados o no hay que ponerle buena cara a nuestros hijos y mantener una amplia sonrisa al igual que para “enseñarles a dormir”, claro, que no vean que pueden con nosotros y nos desesperamos, ¿no veis que los niños son seres manipuladores y pequeños tiranos y hacen las cosas por fastidiarnos y llevarnos la contraria?, así piensa este hombre de los niños y así nos lo intenta hacer ver.
“Es importante que el niño no perciba estas emociones negativas nuestras en ningún momento del proceso de aprendizaje. Si se da cuenta de que su rechazo a la comida llama nuestra atención, nos preocupa o provoca en nosotros un cambio de actitud, ¡estamos perdidos!”Nos explica.
El método comienza de la siguiente forma:Hay que poner el plato de comida frente al niño (da igual que tenga seis meses o cuatro años) y hay que presentarle la comida. Mientras coma bien se le deja y cuando el pobre niño ya no tiene más ganas hay que intentar varias veces lo siguiente: “llenamos el tenedor o la cuchara y le ayudamos a que lo introduzca bien en la boca”. Vamos, meterle la cuchara en la boca y hacer que trague, poco más o menos que obligarlo. Y así durante tres minutos.
También nos dice que desde el momento que sentamos a nuestro pequeño a la mesa debemos de hacernos a la idea de que somos ciegos y sordos, es decir, por mucho que nuestro hijo nos pida un descanso, o nos diga que no quiere más, por mucho que nos intente hacer comprender que ya comió lo que necesitada y por muchas arcadas y malas caritas que tenga nuestro hijo, por mucho que escupa la comida no debemos hacerle ni caso y metérsela otra vez. Como no, el niño no tiene ni voz ni voto, una vez más se desatienden las necesidades y peticiones del niño.
Si aún así se resiste debemos de empezar a seguir su tabla de tiempos, dejarlo X minutos y volver a empezar desde el principio, ¿Qué no?, pues otros minutos y volver a empezar y si aún así el pobre niño no quiere más, se siente malito o simplemente es que no le gusta lo que le has puesto en el plato (¿acaso nosotros comemos de todo y nos gusta todo?) hay que dejarlo sin comer nada hasta la siguiente comida.
¿Qué pasa si en la siguiente comida tampoco quiere comer todo lo que nosotros o el pediatra pretende que se coma?, pues otra vez el mismo método; en la merienda igual y así hasta la noche. Y si por la noche no come, a la cama aplicando su método para dormir y hasta la mañana siguiente no se le da de comer nada de nada por mucho que nuestro hijo nos lo pida desesperadamente. Eso si, nos “da permiso” de darle agua si el pobrecito tiene sed”, hay que ser algo permisivos ¿no?, pero claro, siempre que no nos esté pidiendo agua para llamar nuestra atención según nos explica en su método para dormir. Tiene narices la cosa…
Entre comida y comida y pasados los pocos minutos que su método refiere, por mucha hambre que tenga el pequeño esta totalmente prohibido darle nada de comer excepto algo de agua. Y lo peor de todo es que advierten que los primeros días de este odioso método nuestro hijo adelgazará pero que ¡no hay por qué preocuparse!, los niños están preparados para largos ayunos y que no le pesemos pues el peso lo debe controlar el pediatra en las visitas… Y que no se ha demostrado que les haga ningún mal quedarse días enteros sin comer. Increíble, ¿verdad? Os dejo parte de esta explicación:
“Cuando hayan pasado 5 minutos, se da por finalizada la comida. No importa la cantidad que haya comido el niño. Ya no habrá más intentos y tendrá que esperar hasta la siguiente hora, que será su merienda. Si de verdad no ha comido nada, no tenemos que preocuparnos. El cuerpo está preparado para resistir largos ayunos, y recordad que un niño pasa once o doce horas sin comer durante la noche ¡y no ocurre nada! Hay mucho tiempo por delante hasta que se le agoten los recursos energéticos, y seguro que vuestro hijo no llegará jamás a ese extremo.”
Claro que pasan once o doce horas sin comer, ¡pero por la noche!, cuando el cuerpo está en total reposo y apenas gasta calorías, ¿no le ha dado por pensar en la bajada de glucosa amen de otras cosas que les puede provocar a esos pequeños dejándolos sin comer durante todo el día ?, y lo peor es que nos explica que su método en semana y media o dos estará solucionado, así que si el niño pasa dos semanas sin casi comer, ¿pretende convencernos de que no les pasará anda?, ¿cómo se atreve?.
“No nos alarmemos si el niño no come apenas las primeras veces. Tampoco si pierde peso al principio; no es importante. Está comprobado que, siguiendo este método, nunca un niño ha perdido peso de forma patológica.”
¿Está seguro de esto?, pues permítame que lo ponga en tela de juicio.
Y digo yo que algo falla, ¿no?, si los padres acuden a su método porque están preocupados porque su hijo no come demasiado y con este método adelgazan….¿dónde está la solución?, un poco raro que aprendiendo a comer bien adelgacen en vez de coger esos gramos que tanto ansían las mamás. Una vez más se demuestra que sus métodos no sirven para nada de lo que prometen, sólo para hacer inmensamente infelices tanto a padres como a hijos y estropear de manera brutal la relación que existe entre ambos. Sólo consigue privar de libertad a los niños y a los padres y no se les permite seguir su propio instinto tampoco para esto.
¿Por qué simplemente no podemos confiar en nuestros hijos?, es verdad que hay niños que comen peor que otros, hay niños a los que les gusta todo lo que le ofrecen y otros que prefieren unos pocos alimentos. Para los niños todo es nuevo y al igual que se llevan todo lo que pillan a la boca estarán encantados de probar todo lo que le ofrezcáis. Una vez probado les gustarán unas cosas más que otras, como a todo el mundo. Hay miles de alimentos saludables para nuestros pequeños, ¿por qué nos empeñamos en que deben comer de todo?, es decir, de todo lo que queremos darle nosotros. Por ejemplo, si os empeñáis en que se coma la judías cuando el pobre niño las aborrece no conseguiréis que les acabe gustando, sólo que coja manía a la hora de la comida. Si vemos que no les gustan, ¿no podríamos simplemente ofrecerle otra legumbre que le guste más? (por cierto, yo ODIO las judías, adivinad por qué)
Mi hijo es un niño sano de quince meses que come de todo, y cuando digo de todo me refiero a que come de todo lo que él acepta y le gusta.Come legumbres (menos judías, claro, y no le pasará nada por no comerlas), come patatas, come pasta, come arroz, come pollo, ternera, pavo, pescado, huevo, pan, galletas, zumos, queso, yogur, batidos, come toda clase de verduras, fruta (las manzanas a bocados le vuelven loco)…y por supuesto, leche de la teta de su mamá; como veis come de todo pero dentro de ese “todo” hay cosas que le gustan mas que otras y otras que no quiere, si al final come de todo, ¿por qué obligarlo a comer cosas que no le gustan?. No le veo ningún sentido.
Otra obsesión es la de que se debe comer todo lo que hay en el plato. ¿Por qué?, ¿nosotros nos comemos siempre lo que nos ponen en el plato?, ¿a que no? Hay días que tenemos más apetito que otros, hay comidas que llenan más que otras y además de todo esto, las cantidades “recomendadas” que nos dan para nuestros hijos son desorbitadas. A no ser que nuestro hijo sea especialmente glotón será extrañísimo ver a un niño comerse todo lo que le dice el pediatra, incluidos los biberones, esos que tanto nos hacen sufrir cuando se dejan un poco y que intentamos que se acaben una y otra vez. Carlos González explicó una vez que la cantidad de comida es muy relativa porque depende de cada niño, y es cierto. Las cantidades son orientativas y sobradas para que a ningún niño le falte alimento, ¡pero eso no significa que se lo tengan que comer todo!
Yo siempre he dicho que si tuviera que seguir muchas dietas de las que veo por ahí en vez de adelgazar engordaría, ¡soy incapaz de comer tanto!, se hacen, por ejemplo, unos desayunos impresionantes cuando yo con un zumo y una rebanada de pan con aceite de oliva tengo de sobra. Pues a los niños les pasa lo mismo, no hay dos niños iguales y las comparaciones son odiosas. No podemos pretender que nuestro hijo coma lo mismo (por exceso o por defecto) que el del vecino, ¡eso es imposible! Ni la misma cantidad ni las mismas cosas.
Y para terminar, debemos saber que para los niños es más sano comer a poquitos durante varias veces al día. Si nuestro hijo no se come toda la comida que le ponemos por cualquier motivo y al rato le apetece un poco mas no pasa nada por dársela, al fin y al cabo acabará por comer lo que nosotros pretendíamos en un principio. Es absurdo y perjudicial dejarlo sin comer por mucho que nos lo pida.Y sobre todo. A los niños hay que enseñarles a comer, si, pero no de esta forma que, por qué será, me recuerda mucho a frases tan conocidas como: -si no te gusta lo que hay te aguantas-, -si no quieres comer más olvidate de la merienda-, -¿no quieres lentejas?, pues toma dos platos- Una vez más pienso que es un método desfasado que tanto utilizaron con nuestros padres y ellos con nosotros mismos porque era su forma de “enseñar a comer”, y sabemos sobradamente que no solo no sirvió sino que favoreció que aborrezcamos muchos alimentos. ¿Quién no ha pasado horas y horas delante de un plato que odiaba porque no le dejaban moverse de allí hasta que se lo comiera?, y luego un hambre mortal y nada de nada hasta la cena. Incluso a muchos les tapaban la nariz para que abrieran la boca a la fuerza…
Pienso que el método de Estivill es un conjunto de todos estos pero suavizados. Antes se aplicaban como claro castigo y ahora se esconden detrás de una sonrisa y buena cara. Pero son los mismos…Confiad más en vuestros hijos a la hora de comer y pensad que como todo proceso evolutivo, llegará un día en el que coman con normalidad.A los niños hay que ayudarlos a comer, insistirles un poco si se distraen, pero JAMAS HAY QUE OBLIGAR A UN NIÑO A COMER.