Javier Calvo se afina: el personaje del policía consciente de su poder y del terror que siembra me recuerda algo a las figuras de la transición en El jardín colgante. Calvo cada vez escribe mejor y aquí está magnífico: intercalando extraños nombres de pila, intercalando calles reales e inventadas y confundiendo un poco la historia de esa Barcelona que acelera hacia la modernidad en algún momento, con la realidad de otras épocas. Lástima, que la atención se haya desviado un poco, asumiré mi parte de culpa, para que en las últimas páginas la novela se vaya un poco de las manos y derive en cierto tono (no literario: de trama) folletinesco y algo desorientador. Cerrar la trama, cuando uno juega al terror policíaco, tiznado de novela de época, es muy aconsejable. Mucho. Eso es justo lo que aleja a ésta de ser una excelente novela. Una resolución algo decepcionante.
Javier Calvo se afina: el personaje del policía consciente de su poder y del terror que siembra me recuerda algo a las figuras de la transición en El jardín colgante. Calvo cada vez escribe mejor y aquí está magnífico: intercalando extraños nombres de pila, intercalando calles reales e inventadas y confundiendo un poco la historia de esa Barcelona que acelera hacia la modernidad en algún momento, con la realidad de otras épocas. Lástima, que la atención se haya desviado un poco, asumiré mi parte de culpa, para que en las últimas páginas la novela se vaya un poco de las manos y derive en cierto tono (no literario: de trama) folletinesco y algo desorientador. Cerrar la trama, cuando uno juega al terror policíaco, tiznado de novela de época, es muy aconsejable. Mucho. Eso es justo lo que aleja a ésta de ser una excelente novela. Una resolución algo decepcionante.