Más para menos... o menos para más

Publicado el 28 febrero 2011 por Cacerolasyabrazos
Recientemente ha salido publicado en El País, un artículo donde se pone de manifiesto que si bien algunos países asiáticos como el Corea del Sur, Singapur o Japón obtienen los primeros puestos en el famoso informe PISA (que mide los conocimientos de los jóvenes de 15 años en lectura, matemáticas y ciencia), por otro lado estos sistemas están generando jóvenes con poca creatividad e innovación y lo que es peor con elevado número de chicos con problemas psicológicos.
Este, es un debate antiguo: ¿qué hacemos? ¿más horas de clase, más diciplina, más presión? O por el contrario, hay que relajarse, disminuir el número de horas y dejarse llevar.
Quizá enfocar la educación desde un punto de vista de cantidad, de resultados inmediatos, es lo que realmente no nos sirve. Creo que podríamos centrarnos en qué queremos conseguir, cómo queremos acompañar a nuestros niños para que en un futuro sean adultos formados, creativos, emprendedores pero a la vez sean personas felices. Y esto no corresponde a las necesidades del mercado, ni de las empresa que para más inri habrán cambiado cuando nuestros niños lleguen a la edad de poder empezar a trabajar.
Sabemos que existen muchas inteligencias y que no se pueden evaluar ni mucho menos con las notas escolares. O ponemos cientos de asignaturas o a ver cómo evaluamos que una niña se pase horas jugando al ajedrez y leyendo libros para mejorar en su juego, o el niño que se lee libros y libros de historia, o aquel que disfruta haciendo su revista electrónica o el que es un enamorado del piano y pasa horas y horas tocando, o aquel que hace malabares, o ese otro que es capaz de aprenderse complicadísimas instrucciones de elaborados juegos de mesa, en fin, sería infinita la lista (y os aseguro que todos los casos que he nombrado son totalmente reales).
En fin, nuestros hijos no son un número que forma parte de una estadística sino seres humanos independientes a esas fluctuaciones, personas que necesitan de sus padres. No nos olvidemos que lo que más les influye es cómo les acompañamos, cómo creemos en ellos y en todas sus increíbles posibilidades.
Como receta yo propondría: menos informes, más atención a los niños recordándoles cada día de sus vidas lo mucho que les queremos y la confianza que tenemos en que será un gran ser humano.
Malena Martín
Vía: El País