La realidad es tozuda y termina por imponerse con toda su crudeza, sin maquillajes ni paliativos. Ayer supimos que en el mes de septiembre 48.102 personas más se quedaron sin trabajo. De todos ellas, al menos cuatro, pertenecen a mi círculo más cercano. Han pasado, de la noche al día, a formar parte del club más numeroso de España: El Paro. Son exactamente 4.017.763 hombres y mujeres, según datos oficiales del Ministerio de Trabajo e Inmigración. No se trata de una asociación de tiempo libre, aunque lo tengas y mucho, ni el ingreso es voluntario. Al contrario, es una condena. Se sabe cuando se entra, pero nunca cuándo se sale, ni en qué condiciones.
El Gobierno Zapatero nos pide, una vez más, paciencia ante la debacle, pero el futuro no pinta nada bueno. Quienes se quedan sin trabajo son conscientes de que no encontrarán otro ni en el corto, ni en el medio plazo y cuando lo hagan, si es que la fortuna les sonríe, será en precario y mal pagado. En el último año hemos retrocedido décadas en el ámbito de los derechos laborales. En lugar de avanzar en estabilidad, calidad del empleo, seguridad económica, conciliación familiar,… estamos retrocediendo a pasos acelerados. Nuestros abuelos pensaron que la esclavitud era cosa del pasado y, en cambio, será la herencia que dejaremos a nuestra hijas e hijos.
Y mientra todo esto ocurre, las televisiones nos bombardean o bien con programas deportivos o bien con programas del corazón, en los que el insulto y la zafiedad son la nota domante. Imagino que tenemos la clase política que nos merecemos y la televisión que deseamos. No encuentro otra explicación a tanto desvarío. ¿Cómo es posible si no que la ciudadanía, con toda la razón, de la espalda a Zapatero porque abandera una política económica y social de derechas y, en lugar de cambiar su voto a Izquierda Unida, entrega su papeleta al Partido Popular? ¿No tenemos suficiente cruz con Belén Esteban para que ahora nos vendan áun más bodrios sobre la vida de mujeres tan ricas como huecas, o pijas operadas hasta de las pestañas que dan lecciones sobre cómo sentarse a una mesa de diez tenedores a jóvenes que no tienen trabajo?