Dentro de las plantas muy agradecidas para combinar con rosales encontramos los sedums. Aguantan perfectamente la sequía, el pleno sol y no son susceptibles a ninguna plaga. He cultivado varias clases, entre ellas el Sedum spectabile "Carmen" o un Sedum telephium de cuyo nombre no me acuerdo. El primero tiene un color rosado muy agradable y el otro tiene una tonalidad lila más apagada. En invierno muere la parte aerea pero en primavera emerge nuevamente con su característico follaje carnoso y gris. Estos sedums tienen una altura que es cercana a los 40 centímetros.
Los asters son una de mis debilidades. En el libro de Lloyd se destaca, por su carácter bien estructurado y vigor, que hacen de él un perfecto telón de fond,o al A. lateriflorus "Horizontalis". Tienen un color muy neutro, con reflejos plateados y pueden ir bien en cualquier rincón. Es el primer año que lo cultivo, pero parece más robusto que los demás tipos de aster. La floración ha sido la más tardía dentro mis asters, empezó con el otoño y parece que aún tiene cuerda. No requiere más atención que un riego moderado.
Por último, dos bulbosas que necesitan algo de tiempo para consolidarse: el amarillis conocido como belladona y la Sternbergia lutea. Lo del amarillis ha sido una grata sorpresa, puesto que en 15 años que lleva plantado el bulbo nunca había florecido. Después de la floración aparece el follaje que con el calor se seca. Entonces, a final de verano emergen las varas florales. La sternbergia tiene un porte discreto. Las flores tienen un intenso color amarillo y tendencia a formar tupidas matas con el paso de los años, como he podido ver en algunos jardines donde las cultivan. Pasada la floración, el follaje que persiste hasta la llegada del calor es muy decorativo, a diferencia de lo que ocurre con otras bulbosas que pierden todo el interés sin flor.
"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.