El número de actores secundarios presentes en las comedias rodadas durante los años 30 y principios de los 40 que merecen aparecer aquí es realmente formidable. Tiempo habrá de rendir tributo a otros inolvidables "colaboradores necesarios" recurrentes en géneros como el film noir, pero de momento continuamos con otro de mis screwballers favoritos: Eugene Pallette. ¿Cómo no tener aprecio a un tipo que nos ha hecho pasar tantos buenos ratos y que además poseía una personalidad tan excesiva y paranoica?
Cuando se declaró la Segunda Guerra Mundial y ante la posibilidad de que Estados Unidos entrara en la misma, Pallete compró más de tres mil acres en el Condado de Wallowa (Oregon), una de las zonas mas inaccesibles del territorio americano. Convirtió aquella propiedad en poco menos que una fortaleza, equipándola con un molino de viento, una planta eléctrica particular, un bunker con capacidad para dieciocho personas, dos toneladas de comida envasada... y parece que declaró: "En el caso de que haya una guerra o una revolución, tardará bastante en llegar aquí".
Una vez acabada la contienda y en pleno apogeo de la guerra fría, el refugio no dejó de tener sentido para el orondo Eugene. ¡También estaba convencido de que los rusos lanzarían un ataque nuclear! Si estáis familiarizados con los personajes que encarnó en sus películas, no os costará imaginar a Pallette corriendo a su escondite cada vez que escuchara la palabra "bomba". Esa imagen de padre de familia agobiado, de voz aguda pero gutural y siempre metido en problemas es con la que consiguió la fama como actor de reparto, pero no tenía nada que ver con sus inicios en Hollywood.
Su primer film data de 1913, participando poco tiempo más tarde en dos obras maestras de D.W. Griffith: 'The Birth of a Nation' y 'Intolerance', en la que interpreta al joven galán francés. Tras dar vida en 1921 a Aramis en 'The Three Musketeers' comienza a ganar peso hasta llegar a los 135 kilos, lo que no está nada mal si tenemos en cuenta que no era excesivamente alto. Esa particularidad física le proporcionó mucho más trabajo que cuando tenía que que competir con cientos de actores para conseguir papeles de apuesto seductor.
Con el advenimiento del sonoro y casi ciento treinta intervenciones en su haber en las que, desgraciadamente, no se podía escuchar su voz, llegó lo mejor de su carrera: 'Shanghai Express', 'My Man Godfrey', 'The Adventures of Robin Hood', 'Mr. Smith Goes to Washington', 'The Lady Eve'... y la que es mi preferida, 'Heaven Can Wait'.
Pallette murió en 1954 después de soportar una grave enfermedad que le apartó definitivamente del cine en 1946. Gran hombre este, en todos los sentidos.