En la mitología griega, Procusto, también conocido como Damastes, cuyo nombre significa el estirador, era bandido del Ática (península de Grecia), hijo de Poseidón, dios de los mares, de enorme estatura y fuerza.
Procusto se caracterizó por su comportamiento amable, complaciente y afectuoso hacia los viajeros, a quienes les ofrecía hospedaje en su casa. Una vez en ella, los invitaba a descansar en su lecho de hierro y, mientras dormían, los amordazaba y amarraba en las cuatro esquinas de la cama para verificar si se ajustaban a la misma.
Si el viajante poseía una estatura mayor que el lecho, le serraba las extremidades inferiores o superiores (pies, brazos, cabeza). De lo contrario, le estiraba las piernas a martillazos hasta quedar a la altura del lecho. Con respecto a este punto, existen otras versiones, que afirman que Procusto tenía dos camas de diferentes tamaños, una larga y otra corta, y también de que poseía una cama con un mecanismo móvil que la alargaba o acortaba según su deseo y conveniencia.
Procusto muere cuando aparece Teseo, quien lo enfrenta y lo lleva a caer en una trampa, al lograr que Procusto se acostara en su propio lecho para comprobar si su cuerpo encajaba en él, y, cuando lo hizo, lo amarró a las cuatro esquinas y lo torturó para ajustarlo, tal como sufrieron los viajantes bajo su dominio. .........................
Cuentan de un colegio que cuando un profesor proponía algo interesante o se ofrecía voluntario para algo, recibía un pisotón por debajo de la mesa.
El síndrome de Procusto promueve la mediocridad y no ayuda a crecer ni a las personas ni a
los colegios ni a las instituciones. El problema es, que por culpa de personas intolerantes al que sobresale se machaque, esconda, menosprecie y desaproveche el talento para el bien común. Un error gravísmo que se paga caro.
¡HASTA LA PRÓXIMA! También me podéis seguir en mis columnas de okdiario, lavozdeltajocom, teleprensacomyen La Razón Además podéis enteraros de todas mis entrevistas y reportajes en Facebook,Twitter,Instagram y Youtube.