Pues veremos que no tiene por qué ser así necesariamente. La historia de las masacres estudiantiles empezaron, por desgracia hace muchos años y no fue precisamente un estudiante, ni un grupo terrorista, ni ningún extremista de cualquier índole política o religiosa que nos podamos imaginar. Eso sí, fue en lo que actualmente es Estados Unidos, cuando aún no era una nación, y que a la postre y en forma de preludio sería el primer país del mundo con el mayor número de casos y asesinatos en masa de este tipo que registraría en un futuro.
Corrían los últimos años del colonialismo en las tierras que hoy conocemos como Estados Unidos y Canadá. Francia e Inglaterra se enfrentaron en una guerra fruto de sus ansias expansionistas, por la que se disputaban numerosos territorios a escala mundial. En Europa fue conocida como la “guerra de los siete años” y “guerra franco-india”, en América del Norte. Los británicos fueron los vencedores, y por ello muchas zonas conquistadas por los franceses les fueron traspasadas. A los indios no les hizo ninguna gracia que los ingleses se asentaran en aquellos territorios, pues con los galos habían tenido buenas relaciones, en cambio los británicos les trataron mal, según ellos como esclavos. Así pues, diversas tribus de la zona de los Grandes Lagos se unificaron e iniciaron una guerra contra los colonos británicos en mayo de 1763, conocida como ‘Rebelión de Pontiac’, en honor al jefe indígena más importante del conflicto bélico, Pontiac, líder de la tribu de los ottawa. La guerra se caracterizó por la brutalidad empleada en ambos bandos. Los ataques de los indios consistían en atacar fuertes y asentamientos ingleses, donde mataron a muchas personas e hicieron centenares de prisioneros.
Monumento erigido en 1880 en memoria a las víctimas
Autor fotografía: Smallbones