Ariel Dorfman
Editorial Sudamericana
159 páginas
¿Qué se oculta detrás de esos rostros difusos, entrevistos en una escena trivial o convocados con tensa expectativa por la memoria? ¿Qué identidad queda definida por un conjunto de sílabas que el narrador puede ordenar con placer pero también con horror?Esta reciente novela del autor de Moros en la costa nos sumerge en una atmósfera de radiante extrañeza. A través de una textura narrativa tersa y discreta, los signos parecen materializar en Máscaras el horror implícito que algunas palabras -mentira, mirada, ceguera- protegen con el manto de la costumbre. Terca en inteligentemente, la novela denuncia, corroe y destruye un contexto opresivo que de manera directa o indirecta es también atroz. Con una maestría singularísima, Ariel Dorfman logra que sus ocultamientos y exhibiciones privilegien la mirada de una máscara final que todo texto solicita: la del lector.Este libro es para María Angélica.
Máscaras es un triste libro arruinado por todas partes. tiene la cubierta doblada y llena de curvas como si se le hubiese caído una taza de café encima, porque además está descolorido y con manchas. Por dentro tiene las hojas pegadas y varias rotas. Está rayado y, más que corroído por el paso del tiempo, está completamente destruido. Pero el contenido, oh por Dios, el contenido es invaluable.
Lo he dicho varias veces y espero poder seguir: Este año he leído poco, pero los libros han sido maravillosos. En diferentes aspectos. Si bien algunos eran escasos de contenido, tenían una prosa muy rica y viceversa.
Mi papá no sé de dónde rescató esta pequeña reliquia, del año 1988, y la dejó sobre un mueble que tenemos en el patio de la casa. Medio húmedo y bastante roto, le abrí, sin chistar, los brazos y le hice un pequeño espacio en mi librero. Notarán, sólo por la sinopsis (casi inentendible), que es un libro bastante llamativo y curioso, que además no puede resumirse a sí mismo en palabras simples y que por la misa razón dan ganas de comenzarlo.
¿Se vieron retratados tal y como ellos eran y no pudieron soportar que alguien, especialmente su propio hijo, anduviera por el mundo con una maquina [una cámara] que apresara la verdad desnuda e intolerable de cada cual? ¿Intuyeron, como algo en mí lo intuyó, que de haber conservado intactas muestras de su ruindad, de su voluptuosa hipocresía, los tendría enredados en mi retina para siempre, me hubiera apoderado de ellos?Lo partí antes de las vacaciones de invierno, y lo terminé un día antes de que éstas acabaran, o sea, el pasado domingo. Cabe decir que quedé con una horrible sensación de soledad en el mundo, pues necesitaba compartir esta experiencia con alguien y simplemente por más que busqué, nadie que hablara mi idioma lo había leído (al menos en lo que a mis redes sociales respecta).
Es un libro loco, pero así literal tal cual. El primer narrador (sin nombre) cuenta su versión de los hechos presentes, con una primicia del futuro y sin olvidar detalles de su pasado. Lo particular de este personaje, es que se define a si mismo y es reconocido (paradojicamente) como un ser sin rostro. Nunca se llega a explicar de forma literal a que se refiere esto, pero me terminé haciendo a la idea de que básicamente este sujeto era como Grenouille (El Perfume), pero en vez de no tener un olor; no tiene rostro y su presencia física es ignorada totalmente (no por maldad, sino por falta de sentido; literalmente hablando). Además, al igual que el enigmático francés, este personaje también tenía una extraña habilidad: podía conocer a la gente con sólo mirarlas al rostro. Pero conocerlas en profundidad, conocer sus pasados, sus caras más ocultas, y todas estas cosas resultaban un poco morbosas (al igual que con El Perfume). Todo el rato se dirige a un cirujano plástico, su rival natural, un hombre que cambia la superficie de las personas, un hombre capaz de construir increíbles máscaras que este personaje es capaz de romper. El aparente conflicto inicial, surge por un accidente automovilístico del que el doctor Mavirelli (a quien constantemente se le cambia el apellido con intención de ridiculizar y también de demostrar cuán poco le interesan los nombres -me dirigiré a él como Hombre -con mayúscula- para que se identifique bien- al Hombre) es culpable, pues chocó a éste y la cosa se va poniendo fea pues más allá de un asunto legal, parece que habían conflictos personales que se desconocían.
Las manos de alguien no se rescatan para después tirarlas al caos de un cementerio. Tan joven que era y ta sabía que los recuerdos pueden pudrirse igual que un cuerpo.Existe un tercer personaje, una mujer que tiene la habilidad de guardar los recuerdos de las personas que están a punto de morir, justo en su lecho de muerte. Esta mujer existe fuera de si misma; quiero decir, que es como si su cuerpo la hubiese exiliado y viviera a la sombra de éste. Su cuerpo es el de una mujer adulta y la mente de él, es de una niña de cuatro años, edad a la que su conciencia (por decirlo de alguna forma) comenzó a salir de su cuerpo para poder recoger las manos de los muertos (que creo, representan los recuerdos) antes de que dos misteriosos hombres vinieran a buscarlas y las reciclaran en los recién nacidos. El cuerpo dejó a la conciencia afuera y cada día se reinicia. Lo loco (como si mi explicación no fuera loca) es que el problema no es su falta de memoria, sino el exceso de ella.
Es un libro increíblemente literal y extraño. Si pudiera meterlo en un género sería el realismo mágico, pero también es bastante psicótico y esquizofrenico. Fue un total lío entenderlo hasta que simplemente dejé de analizarlo en profundidad y me lo tomé literal.
Todo el mundo dice que la felicidad no se compra. Lo que se compran son las caras, amigo.Como si no fuera novedad, me he topado con otro tipo de critica social en diferentes formas. Principalmente la metáfora de las máscaras. Porque para el Hombre, que no tenía rostro y que por lo tanto era completamente transparente, nadie podía verlo por la misma razón. Podría decirse que la transparencia a la que nos referimos cuando criticamos a alguna persona es la sinceridad o la no-hipocresía, por lo que esto es bastante irónico. Por contraparte tenemos al doctor, obsesionado con los rostros y la transformación de éstos; cómo cambian a las mismas personas y lo que significan para el resto; y como él, es el responsable de hacer todo ese trabajo; de mentirle a los mirones y de cubrir y esconder a las personas tras algo que no son y que, incluso, más tarde olvidan. Destacaría más cosas, pero también muchas son para la interpretación. Además hubieron cosas que ni siquiera podría explicar porque son demasiado ¿profundas? a un nivel que me sepultó de sobremanera.
Recomendado al cien. Parece lectura pesada, pero es súper rico de leer y también hay que tener la mente abierta. ¿Estresa? bastante, claro que sí. Porque hay que releer unas cuantas veces lo que los personajes intentan decir, lo que esconden y lo que muestran. No hay rostros en este libros, sólo palabras y recuerdos.
Azul.