El perro, como otro tipo de mascotas, se convierte -según la experta en psicología canina Amparo Fortea- en un "rompebarreras" en las relaciones humanas, especialmente en el caso de hijos únicos a los que, por costumbre, les cuesta más comunicarse con otros niños o con adultos.
En general, el contacto temprano con las mascotas es muy beneficioso. Tanto es así que, en algunos casos, los animales se utilizan en terapias, especialmente con niños autistas o minusválidos. Como indica Fortea, la autoestima crece, igual que el sentido de la responsabilidad, sobre todo cuando se está formando la personalidad, entre los 3 y 7 años de edad. Mientras el niño "ensaya jugando lo que será el día de mañana", crece en él ese sentido de responsabilidad y protección al tener que cuidar a su mascota.
El perro permite, más que cualquier otro animal, desarrollar éstas y otras cualidades. La razón es que esta mascota consigue que un niño se identifique más fácilmente con ella gracias a la capacidad de expresión que tiene, con sus gestos faciales, aullidos y ladridos. Eso sí, conviene recordar que existen unas razas más apropiadas que otras, como el pastor alemán o el golden retriever, si bien depende de la edad del niño y del tamaño del animal.
Una ventaja añadida es que hay muchos deportes y actividades al aire libre que se pueden practicar con un perro. Correr, pasear en bici, enseñarle a recuperar trozos de madera o el frisby... Este tipo de juegos permite que el niño sea más deportista, que se desarrolle en él un espíritu competitivo y que se vaya superando poco a poco, además de acostumbrarse desde pequeño a un ocio activo y saludable. "Les hace sentirse muy bien", añade la experta en psicología.
Por otro lado, en estudios realizados en Estados Unidos por la Delta Society se comprobó que los niños en edad escolar que vivían con perros y gatos tenían un sistema inmunológico más fuerte y apenas padecían algunos tipos de alergias como el asma o la rinitis. Es decir, que aunque se perciba a las mascotas como un foco de contagio, los niños que tienen animales domésticos padecen menos enfermedades que el resto.
Además, se observa que son más felices, igual que le ocurre a las personas mayores que tienen a su cuidado algún animal. Como ellos, los niños consiguen olvidarse un poco de sus propios problemas al mantenerse ocupados en el cuidado de la mascota. Y este es, precisamente, uno de los efectos más beneficiosos de la terapia con animales. Por ello, se utiliza en niños con problemas de comportamiento. El desarrollo de una mayor responsabilidad, así como "el establecimiento de unos hábitos horarios permiten que el menor alcance un mayor
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