Masonería y esoterismo

Publicado el 25 abril 2015 por Habitalia

Todos los rituales masónicos se construyen a base de símbolos progresivamente desvelados al masón a medida que avanza en la jerarquía de los grados. Por ejemplo: el simbolismo del Templo significa, ante todo, un lugar de trabajo y de fraternidad. Pero, al mismo tiempo y, a otro nivel de interpretación, significa un templo que hay que elevar en nuestro propio corazón.

Queda bien claro que la masonería no entra en disquisiciones religiosas, se prohíbe hablar de las Iglesias establecidas, o se impide implantar en las Logias un dogma cualquiera. Que a este respecto haya en la historia de la masonería y, particularmente, en Francia e Italia, periodos lamentables para su reputación, es algo que forma parte de inevitables accidentes históricos poco relevantes para poner en entredicho una inveterada tradición masónica; de ahí que convivan en ella hombres no alineados necesariamente en ninguna Iglesia prestablecida, sean creyentes o simplemente cristianos, y Hermanos que practican su religión; todos se sienten miembros de una gran Iglesia Interior compuesta de hombres de buena voluntad.

Ahora bien, no hablar de Religión no quiere decir que esté vedado hablar de Dios.

Considerados como tales, los masones ni practican las mancias, ni la magia, ni la espagiria ni ninguna forma de ocultismo. Desde luego que hay masones dedicados a ciencias como, por ejemplo, la astrología, pero no en tanto que masones.

Es el caso de Martines de Pasqually, el fundador de la orden de los Elegidos-Cohens, en la que se dispensaba una enseñanza determinada y donde también se practicaba una teurgia y, por tanto, evocaciones angélicas, inspiró a Juan Bautista Willermoz, su discípulo en la Orden de los Elegidos-Cohen. Y cuando Willermoz, a la muerte de Pasqually en 1774, elaboró el Rito Escocés Rectificado, trasvasó a ese rito lo esencial de la enseñanza, pero sin ningún añadido de naturaleza teúrgica. Pero en su cualidad de masones jamás practicaron la teurgia en la Logia.