Existen una serie de cliches muy repetidos cuando se habla de Massacre. Una de esas perlitas de los críticos, Massacre es una de esas bandas que nadie escucha y que mencionan (o mencionaban) dos o tres veces por número en la rolling stone de alguna manera, escondida, comparativa, para demostrar que saben más. Una de esas bandas que se mencionan en foros y en rondas oscuras y con olor a cigarrillo, de la que se pasan discos sin nada escrito encima y de los que después te olvidás como se llamaban. O eso eran, hasta que el año pasado (el anterior, creo) por ALGUNA razón (y mucha ayuda de catupecu machu) explotaron. Se volvieron populares, se volvieron algo raro (y ahí está El Mamut, su último disco, para evidenciar), pero antes de todo eso (y no tan antes), esto...
Los cliches son varios, pero vamos a quedarnos con dos: a) Que Massacre es skate rock. b) Que Massacre no se parece a nada en este país. Y vamos a empezar por atrásb) Que Massacre no se parece a nada en este país. Es extraño, y dificil, pero cierto. Frente al chabonismo y su eterna prole, las bizarradas pop, los dinosaurios con nombres y sonidos similares (casi iguales), el indie platense, los delirios de Garcia, las aventuras de Solari (y el cristalisadísimo y bello cancionero ricotero) y la omniprescencia Spinettiana, Massacre brilla, genial y absolutamente raro. Será el hardcore californiano de sus comienzos o una especie de nicho inventado y abstracto donde conviven la psicodelia sci-fi, el punk, los solos delirantes infinitamente sonoros y entretenidos, algo del soundscape postrockero, y mucho, mucho Massacre. Distorsionado, con una textura sonora dulce como sexo, los temas son ágiles, pero macizos, bien plantados, rápidos, como mucho de aventura... lo que nos lleva a el siguiente clichea) Que Massacre es skate rock. No se que es skate rock. Pero ando en patineta, algo, y puedo decir que Massacre te lleva a ese lugar. El bajo pulsa, siempre presente, nunca aflojando, con un ritmo intenso y permanente, genera una cinética interna ineludible, hipnótica. Y sobre él las guitarras, que entran como fases, diseñadas casi por artesanos las texturas le dan piel y resistencia a la música, como si fueran las distintas piedras y cementos de las que están echas las calles. Escuchar Massacre es viajar, aun cuando van lento (como al comienzo de la magnífica Sofía, la super vedette) se siente como flotar, como volar a centrimetros del suelo, esa belleza que tiene el patinetear, donde uno no cambia nada, pero cambia todo, y no hace nada, pero observa todo el mundo distinto, como posibilidades de juego de velocidad, y entonces un tambaleo y posible peligro, una curva, un derrape o una barranca en contramano, salen de donde sea y todo, sin nunca dividirse ni frenar es infinitamente distinto y rico y nuevo y hermoso. Y así se siente Massacre, y sobre todo este gran 12 nuevas patologias.
Y diría algo más, pero esta banda me gusta mucho y ya no quiero. Música para escuchar con los auriculares, ahí tirando barrancas, subido a tu patineta, hermoso.
Descarga/Download (¡SI!)Comprar en la internet / buy on amazonBajatelo y decinos que te parece, después anda a hacer patineta, escuchalo de vuelta y decinos que te parece