MasterChef, impresionante, simplemente.

Por Manuel Somavilla
     Hola gente, aquí estoy de nuevo, y esta vez para rectificar, que aunque reconozco que no es una cosa que me agrade, quizás pecando de orgulloso!, una primera impresión sobre un programa de cocina televisada.
     Para ser honesto diré que, acogiéndome al dicho popular que nos alecciona explicando que rectificar es de sabios, yo me confieso arrepentido por mi anterior y casi homónima entrada, que ponía en duda las bondades televisivas del programa.
     Así yo me confieso y reconozco que el MasterChef de ayer día 23/04/2013, en ciertos momentos llegó a emocionarme, sí, aunque no por los futuristas platos de diseño que nos anuncian, espero que yo no lo vea, un futuro mundo anoréxico y de pasarela Cibeles, al cuál llamamos primer mundo, en contraposición al 2º mundo, supongo países en desarrollo, y al tercer mundo, que de hecho y desde hace ni se el tiempo, están llevando esta dieta de diseño en plan light.
    Y la emoción en forma de lágrimas de cocodrilo, la verdad, no sé si era producida por la pena que producía ver a la Santiaga en su cantada eliminación por confundir, manda huevos que dijo aquél, un pichón con una codorniz,  las gracietas del simpático soldador que, ojo al Cerezo, debe ser un cocinillas extraordinario o las lamentaciones de no se muy bien quien de las concursantes.
     Aunque lo que yo creo, lo digo sinceramente, es que las lagrimas brotaron por empatizar demasiado con Isabel la Católica. Qué papelón!
     Salud y Suerte!     
      
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