Segunda parte del artículo sobre la clase magistral que concedió el artista español en Marvel, Carlos Pacheco en la Escuela ESNE el pasado viernes 14 de Marzo.
Primera portada de Carlos Pacheco
“El Capitán America es controlado por Rick Remender, que también controla los Uncanny Avengers, y el dibujante es John Romita, hijo de uno de los clásicos de la casa. Yo seguía trabajando en Thor y en los Ultimate Avengers, y después de estar un año trabajando con el Capitán América, John me pide que me encargue de ello. En mi primer acercamiento al personaje quería dar una visión icónica, y actualizar en cierta medida ese uniforme que me dan, el diseño de marine, de luchador en Irak, y convertirlo en superhéroe, porque yo sigo pensando que trabajo con superhéroes. Intento mantener un equilibrio entre lo que Marvel quiere ofrecer, y lo que yo creo que debo ofrecer. La imagen cinematográfica del personaje sigue teniendo ese toque superheroico tradicional, a pesar de que es un medio distinto y una adaptación. En la serie de diseños previos (yo siempre trabajo en papel y rotulador en ello, necesito el contacto físico, el olor) intento alejarme un poco de mis visiones clásicas. Para mí el enfoque perfecto para el superhéroe es el contrapicado. Quien haya estado en Florencia lo comprenderá: la visión de cualquier divinidad es siempre desde abajo. Eso le da a la imagen una dimensión extra, una sensación de inferioridad del espectador frente al objeto que se está mirando. Por lo tanto, si queremos mostrar la grandeza del personaje, el enfoque contrapicado le da esa dimensión añadida. Y más aún en el caso del Capitán América, porque es una especie de autoridad. Aparte del contrapicado, hago algo más: el Capitán América es el policía de Nueva York, y el corazón de Nueva York es Times Square, así que le dibujo allí. Los anuncios luminosos de Times Square son el epítome de toda la simbología del capitalismo, que se supone que es lo que defiende el Capitán América. Para aportarle la fuerza que sigo pensando que le falta al enfoque, hago una aproximación enfundándose el escudo. Todos esos detalles le aportan simbología al personaje. Eso después puede ser percibido por el aficionado que lo va a leer o no, pero mi obligación es añadírselo. Es mi compromiso gráfico con el personaje, conocerle, saber qué puedo aportarle, y aportárselo.
Me gusta mucho trabajar las escenas de lucha, aunque coreografiarlas es muy complicado. Hay dos cosas que no se pueden mostrar en el cómic mainstream de Marvel: el sexo (ni la desnudez) y la violencia. Pero siempre hay una serie de recursos narrativos que podemos utilizar, y en este caso a mí me gusta mucho no mostrar la imagen completa, sino sacar algunos elementos de plano, como por ejemplo los golpes. Se ve el impacto, pero no se ve la mano. Creo que le añade más fuerza y movimiento el trabajar la violencia de esa manera. En las escenas más tranquilas y más quietas, vemos al Capitán América con esa autoridad de la que hablábamos. No puede vencer a Nuke físicamente, porque es superior, pero le vence psicológicamente, a través de la palabra. Ese es el Capitán América que a mí me gusta dibujar, el personaje tal y como yo lo concibo […]
Evidentemente los dibujantes tenemos un compromiso gráfico con lo que hacemos, el grafismo es vital en nuestro trabajo. Pero para mí es más importante la narrativa, porque no dibujamos historias, las contamos. Somos narradores más que “artistas”, en el sentido tradicional de la palabra. Muchas veces me preguntan en qué manera el dibujante se involucra y puede transformar la historia, y es interesante porque la mayoría de las veces que lo hacemos, el lector es incapaz de saber qué es obra del guionista y qué del dibujante. Pero con ciertas argucias, el dibujante puede añadir muchísimo a la historia, no solo visualmente, sino narrativa y conceptualmente. Dejando el guion de lado, el dibujante de cómic hace todo el trabajo que se realiza en una película él solo: es el realizador, el director, el iluminador, el que se encarga el vestuario, de los actores, el que escoge las localizaciones, el productor… No se trata sólo de dibujar al Capitán América, se trata de hacer reales las historias que estamos contando. Y para ello tenemos que ser capaces de trabajar mínimamente con cada uno de esos recursos con los que estamos obligados, transmitir emociones, trabajar distintos estereotipos… También hay que darles una mínima grandeza y dignidad a los personajes, porque son de la compañía y hay que cuidarlos. Incluso a los villanos, que son quienes les dan su dimensión a los héroes. Yo no sé hasta qué punto soy mejor o peor que los dibujantes norteamericanos, pero sí sé hasta qué punto soy distinto. Yo crecí con la historieta europea (Moebius, Vidal, Hergé…), e intento dar esa visión externa, hasta donde me dejan”.
A continuación de la clase, hubo un distendido coloquio con Pacheco en el que respondió a cuestiones que le plantearon los alumnos y los periodistas. El artista confesó que para él “dibujar, narrar, contar, ya sea con la palabra o con la imagen, es parir”, reconociendo que envidia a los que disfrutan. “Yo no lo consigo, yo sufro mientras trabajo. Por tanto el concepto divertirme no lo aplico. Otra cosa es que sea inherente, y no pueda evitarlo. Yo no dibujo, yo cuento”. Además, en relación a la importancia de los detalles y los diferentes elementos en su obra, Pacheco afirmó que “para mi es vital que el cuadro del fondo sea el que tiene que ser, se perciba o no se perciba, se comprenda o no se comprenda. Muchas veces sé que hago un trabajo invisible, pero a mí me vale, para mi es visible, por lo tanto es inevitable”. Pacheco volvió a hacer referencia a la transversalidad de las artes, que según él, “es obligatoria. No entiendo la endogamia artística. Creo en la multidisciplinariedad, y en que todo lo que te alimenta, te nutre”.
En cuanto al cine, Pacheco dio su opinión sobre la polémica que hay en torno al cambio de raza de algunos personajes en las películas de Marvel. “Hay que tener en cuenta que la mayoría de personajes de cómic norteamericano fueron creados antes de que se iniciara la lucha por los derechos raciales en el 60”, dijo. “Los cómics hoy día tienen que reflejar la realidad social norteamericana, y el cine es un medio de difusión mucho más amplio. Entiendo esa necesidad y obligación de tener que cambiar ciertos aspectos para hacerlos accesibles y no ofensivos con respecto a los nuevos espectadores”. Porque, como afirmó, “aunque para los aficionados la película sea la versión de un cómic que lleva 30 o 40 años en el mercado, para Marvel o Warner, cada una de sus películas es la primera vez que mucha gente ve a esos personajes”. Con respecto a la influencia del cine en la industria del cómic, Pacheco ha notado “cómo el centro de gravedad ha cambiado, de ser la historieta el centro focal de la industria, a que lo sea el cine. Comprendo que es una industria, y su función es la de existir y buscar los mayores beneficios posibles para la compañía. Si ahora el énfasis las películas, todo lo que hacemos y cualquier cambio en los personajes tiene que estar supeditado a ello”. En este sentido, nos advirtió que estemos atentos a la colección del Capitán América, “porque va a sufrir grandes cambios”.
Además, Pacheco dio un consejo fundamental a los estudiantes de diseño: “Un dibujante tiene que tener en su porfolio páginas, narración, historias… Somos narradores, y si alguien quiere ser dibujante de cómics, tiene que enseñar páginas de cómics, y no dibujos de superhéroes. Para ser un dibujante de comics tienes que dibujar superhéroes, pero también niños, ancianos, calles, árboles…”. También afirmó que el único personaje que le queda por dibujar es Spiderman, y nos adelantó noticias sobre su próximo proyecto personal, la nueva entrega de Arrowsmith, en la que empezará a trabajar a finales del verano. “Saldrá para hacerlo coincidir el año que viene con el centenario de la entrada de EEUU en la Primera Guerra Mundial”. Pero, aunque le dedique unos meses a esto, Pacheco de momento seguirá vinculado a Marvel.