Un guión afinado y las actuaciones de Paula Grinszpan, Andrés Calabria, Martín Campilongo -además del mencionado Sabbagh- son los dos pilares principales de esta comedia sobre una estafa tan fallida como trillada y cierto costumbrismo porteño con pinceladas yiddish. Existe un tercer elemento complementario: la obsesión del protagonista por su auto Siam Di Tella, parecida a la que el papá de Mafalda sintió por su adorado Citroën.
El antihéroe que los hermanos Levy le encomendaron a Alan causa gracia desde las primeras desventuras producto de una avivada absolutamente improvisada y por lo tanto destinada al fracaso. Los realizadores encuentran el equilibrio justo entre localismo y universalidad (las tribulaciones del protagonista son irreductibles a los gajes de nuestra idiosincrasia) y entre originalidad y la adhesión a las reglas del cine de consumo masivo.
Aún sin el holgado presupuesto que Pol-ka suele invertir en sus comedias taquilleras, Masterplan no tiene nada que envidiarles a los productos de la factoría Suar. Es más, los espectadores que se le atrevan experimentarán una sensación de sana oxigenación cinéfila. Por su parte, los seguidores de Graduados seguro mirarán a Marito con otros (mejores) ojos.