Este libro, publicado en 2005, fue escrito por uno de mis autores contemporáneos favoritos, el estadounidense Bret Easton Ellis. Ellis lleva más de tres décadas describiendo cierto estilo de vida decadente de la clase alta estadounidense, aunque éste podría extenderse más o menos a la del resto de países de Occidente.
Este arranque de honestidad brutal se justifica porque Lunar Park tiene bastante de exorcismo de los propios demonios del autor. Éste es el momento en el que Ellis se detiene para hacer balance y echa la vista atrás sobre dos décadas de desenfreno. Y también sobre una obra que había tenido una fuerte carga autobiográfica, especialmente marcada por la mala relación que mantuvo con su padre.
El método elegido por el Ellis para tratar sus heridas es situarse a sí mismo como protagonista de la trama. Y para acompañarle se inventa una familia con la que intenta mantener una relación estable, lo cuál no es fácil para una persona habituada a años de autodestrucción, aislamiento y fuertes deficiencias emocionales. Pero el proceso familiar es acompañado por componentes fantásticos que, en otro de los puntos fuertes de Ellis, no acaban de dejar claros los límites de la realidad de sus obras.
Debido a todo este componente restrospectivo, antes de adentrarse en Lunar Park es recomendable conocer la obra previa de Bret Easton Ellis. De otro modo puede que abundantes referencias no resulten totalmente comprendidas. Dos obras previas son citadas en especial, la ya citada Menos que cero y también American Psycho. De ésta última resalta la larga sombra que su protagonista, el oscuro ejecutivo asesino en serie Patrick Bateman, ha mantenido a lo largo de la obra de Ellis como encarnación de lo peor que el escritor alberga en su interior. (Recomendación extra. Ver la excelente adaptación al cine protagonizada magistralmente por Christian Bale).
Pero el principal fuerte de Lunar Park son sus personajes. Estos conforman un cuadro de personalidades penosas, egoistas y aisladas entre sí que dan una imagen muy preocupante de la sociedad occidental contemporánea. Pero, a pesar de lo anterior, siempre he considerado que el mérito del autor reside en que, a pesar de lo despreciables que puedan ser, dota a sus personajes de un patetismo que acaba moviendo a la compasión hacia ellos y a un mínimo de empatía. Eso, junto a la excelente escritura, es lo que consigue que Lunar Park sea una lectura recomendable, estimulante y un poco inquietante. Como casi todas las de Bret Easton Ellis.