Ha llegado la hora de matar al dragón,de acabar para siempre con el monstruode las fauces terribles y los ojos de fuego.Hay que matar a este dragón y a todoslos que a su alrededor se reproducen.Al dragón de la culpa y al dragón del espanto,al del remordimiento estéril, al del odio,al que devora siempre la esperanza,al del miedo, al del frío, al de la angustia.Hay que matar también al que nos tieneaplastados de bruces contra el suelo,inmóviles, cobardes, desarraigados, rotos.Que la sangre de todosinunde cada parte de esta casahasta que nos alcance la cintura.Y cuando ese montón de monstruos seasólo un montón de vísceras y ojosabiertos al vacío, al fin podremos,trepar y encaramarnos sobre ellos,llegar a las ventanas, abrirlas o romperlas,dejar que entren la luz, la lluvia, el vientoy todo lo que estaba retenidodetrás de los cristales.Amalia Bautista (Madrid, 1962)
Ha llegado la hora de matar al dragón,de acabar para siempre con el monstruode las fauces terribles y los ojos de fuego.Hay que matar a este dragón y a todoslos que a su alrededor se reproducen.Al dragón de la culpa y al dragón del espanto,al del remordimiento estéril, al del odio,al que devora siempre la esperanza,al del miedo, al del frío, al de la angustia.Hay que matar también al que nos tieneaplastados de bruces contra el suelo,inmóviles, cobardes, desarraigados, rotos.Que la sangre de todosinunde cada parte de esta casahasta que nos alcance la cintura.Y cuando ese montón de monstruos seasólo un montón de vísceras y ojosabiertos al vacío, al fin podremos,trepar y encaramarnos sobre ellos,llegar a las ventanas, abrirlas o romperlas,dejar que entren la luz, la lluvia, el vientoy todo lo que estaba retenidodetrás de los cristales.Amalia Bautista (Madrid, 1962)